Diferencia entre revisiones de «Economía de comunión»

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La Economía de Comunión (EdC) es un movimiento que busca aportar un granito de arena a la sociedad a través de la “cultura del dar” (no del asistencialismo).    
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La Economía de Comunión es una iniciativa católica de la que participan empresarios, empresas, asociaciones e instituciones económicas, así como trabajadores, directivos, consumidores, y personas comprometidas con la promoción y práctica de una cultura caracterizada por la gratuidad, la reciprocidad y con un estilo de vida alternativo al sistema capitalista vigente.  
  
La Economía de Comunión fue creada por Chiara Lubich en 1991 luego de un viaje a San Pablo (Brasil). El contraste entre rascacielos y favelas la impactó tanto que rápidamente ideó el Proyecto de Economía de Comunión, un movimiento de empresas administradas con “una cultura de comunión”, cuyas bases son “dar, recibir, compartir”, para tener un mundo sin pobreza.
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Fue creada por la docente y ensayista italiana Chiara Lubich en 1991, en Sao Paulo (Brasil), y tiene como finalidad erradicar la miseria y la injusticia social, contribuyendo a edificar un sistema económico y una sociedad humana de comunión en la que se logre que no haya ningún necesitado.
  
La EdC se basa de la “cultura del dar”, que apunta a que las personas logren su felicidad en la comunión. A diferencia del asistencialismo, la cultura del dar tiene como fin la reciprocidad. No significa “regalar” porque el “dar caritativamente” no contribuye a resolver la pobreza. Por lo tanto, se trata de dar no solo bienes materiales, sino capacidades, habilidades y talentos necesarios para todo desarrollo personal y social.
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'''Objetivos de la EdC'''
  
Veamos un ejemplo. Cuando una familia vive en la miseria, el punto de partida es comprenderla, entrando en relación con ella, cuáles son las relaciones que no funcionan, en pos de reactivar la comunión de bienes en la comunidad local, y en un segundo momento lanzar iniciativas de ayuda concreta.
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* Vivir y difundir una nueva cultura económica y cívica, desde la infancia hasta la ancianidad, a la que Chiara Lubich llamó “Cultura del dar”.
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* Luchar contra las distintas formas de indigencia con una doble inclusión: comunitaria y productiva (no es posible vencer la pobreza simplemente con dinero).
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* Formar empresarios que conciban y vivan su actividad empresarial como “vocación” de servicio al bien común y a los excluidos de cualquier latitud y contexto social, y que estén dispuestos a compartir los beneficios que obtengan en sus empresas con tres finalidades:
  
Uno de los principales cuestionamientos hacia este estilo de “vida empresarial” es la rentabilidad de la compañía. De acuerdo con Nicolás Gallo, profesional interesado en la EdC, “La empresa de economía de comunión tiene que ser rentable o sino no es empresa. Es decir, esto se logra a partir de trabajar valores como la confianza y la reciprocidad. Por ejemplo, cuando se deben tomar decisiones no solo se prioriza al lucro, sino también las necesidades de las personas que están dentro de la empresa, poner a la persona en el centro de la empresa, incluso a la par o arriba del lucro”.
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o  Reducción de la miseria y la exclusión
  
'''La Economía de Comunión  en Argentina'''
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o  Difusión de la cultura del dar y la comunión.
  
En julio de 1992 se reunieron representantes de distintas regiones argentinas y dieron vida a una sociedad anónima denominada UNIDESA S.A., que significa “unidad y desarrollo”. La organización tiene por objetivo la difusión del proyecto EdC a través de la radicación de empresas en el polo ‘Solidaridad’ (una superficie de 35 hectáreas aproximadamente a unos 230 km de la Ciudad de Buenos Aires, donde se asientan empresas de diversas actividades). Por fuera del mismo se suman empresas como Dimaco S.A, Electromecánica Breccia, entre otras.
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o  Desarrollar la empresa para crear puestos de trabajo
  
La realidad de la EdC en Córdoba
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'''Acerca de la “Cultura del dar” y el movimiento'''
  
El movimiento viene tomando cada vez más fuerza en esa provincia. Las empresas que construyen dichos valores son:
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La EdC invita a vivir y difundir, desde la infancia, una nueva cultura económica y cívica basada en la generosidad o en lo que Lubich bautizó como ‘la cultura del dar’, que es completamente diferente a la ‘cultura del tener’, hoy imperante.
  
* Sushisoul, franquiciante, delivery y un restaurante.
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La cultura del dar se difunde mediante cursos, seminarios, encuentros y otras actividades formativas dirigidas a jóvenes, trabajadores, empresarios y ciudadanos.
*  Premed, obra social.
 
*  Grupo C3 SA, distribuidora de insumos médicos.
 
* Tego, construcción
 
* Panza Llena, gastronomía
 
  
Una de las historias que se surgió en los encuentros fue la de Matías Cerviño, dueño del Grupo C3 SA. “Matías le dio la oportunidad a un chico que estaba saliendo de la recuperación de drogas. Empezó como empleado del depósito, terminó siendo encargado del depósito. Después este pibe tuvo una recaída. ¿Qué hizo Matías? No tomó ninguna decisión porque las decisiones las toma en equipo con los empleados. Los reunió a todos y decidieron darle otra oportunidad. Ellos mismos se turnaron para ocupar ese puesto, porque si contrataba a otra persona, ya lo echaban. Entonces ellos lo cubrieron haciendo trabajo extra”.
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No es una iniciativa asistencialista ni filantrópica, pues las dos concepciones son individualistas, sino que se basa en la esencia misma de la persona que la ejerce y que debe ser de ‘comunión’, es decir, que comparta los ideales que impulsan la EdC, cuyo principal objetivo es mostrar una porción de humanidad ‘sin indigentes’.
  
Otro de los avances de la Economía de la comunión en Córdoba fue la creación de la Cátedra Abierta de Economía Civil en la Universidad Católica de Córdoba. Este tipo de economía abarca a todas las nuevas economías, a diferencia de la economía política que se basa solamente en la idea del lucro.
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Para eso, esta economía activa la reciprocidad en distintos niveles: creando puestos de trabajo para incluir a los excluidos del sistema económico y social, difunde la cultura del dar y de la comunión en distintas iniciativas educativas y culturales e interviene en las situaciones de emergencia con ayudas y con proyectos de desarrollo sostenible.
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La relación con las personas en situación de necesidad se entiende y se vive en un plano de sustancial dignidad, respeto, igualdad, reciprocidad y comunión. Las propias empresas también se entienden como lugares e instrumentos para reducir la indigencia, la miseria y la injusticia, tanto a nivel local como global.
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Cualquier acto de dar no crea la cultura del dar ideada por Lubich. Un ejemplo es cuando el dar es un poder para dominar u oprimir a individuos o pueblos o como cuando ese dar es interesado y utilitario como sucede en ciertas tendencias actuales del neo-liberalismo en donde sólo busca el beneficio individual.
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Los sectores beneficiados por la EdC son las pymes que de modo práctico vivencial aplican esta filosofía haciendo visible la propuesta centrada en la persona, cambiando el paradigma y generando una conciencia cultural y social.
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La EdC busca construir y viene construyendo tejido social en las últimas tres décadas porque los que la promueven están convencidos de que no es posible curar ninguna forma de pobreza no elegida sin incluir a las personas desfavorecidas en comunidades vivas y fraternas.
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Tampoco, si no se las inserta en empresas y en centros de trabajo, pues alguien con capacidad física y mental de trabajar seguirá siendo un indigente si no puede hacerlo.
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La EdC es coordinada por una Comisión Internacional y por Comisiones Locales vinculadas a la Comisión Internacional en base al principio de subsidiariedad.
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También da vida a un movimiento de pensamientos e ideas en auténtico diálogo con la cultura contemporánea y con la economía civil, solidaria y social a nivel local e internacional, y coopera con instituciones políticas, religiosas y de la sociedad civil.
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'''Líneas para dirigir una empresa de Economía de Comunión'''
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En la EdC participan 861 empresas pertenecientes a distintos sectores de actividad y con distintas formas jurídicas (sociedades, empresas sociales y civiles, cooperativas, asociaciones…) de Argentina, África Central, Bélgica, Brasil, Colombia, Congo, Croacia, España, Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal, entre otros, que llevan a la práctica la cultura y los valores de la EdC.
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Dichas empresas se gestionan adoptando la comunión como valor fundamental de su organización a todos los niveles.
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En la práctica, tratan de seguir las llamadas Líneas para dirigir una empresa de Economía de Comunión:
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'''1.   Rojo: Empresarios, trabajadores y empresas'''
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Las empresas que se integran en la economía de comunión definen su “misión empresarial” adoptando la comunión como valor fundamental de su organización, a todos los niveles.
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Para hacerlo realidad, las funciones y los roles dentro de la empresa están claramente definidos y se ejercen con responsabilidad y espíritu de servicio. El estilo de dirección es participativo. Los objetivos empresariales son compartidos y adecuadamente verificados de modo transparente, prestando especial atención a la calidad de las relaciones entre los sujetos involucrados (''stakeholders'') y cuidando especialmente la relación con otros empresarios de la EdC, con la comisión regional y con las asociaciones locales e internacionales de la EdC.
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Cuando la empresa obtiene ganancias, los empresarios y socios se comprometen a compartirlas, desde el respeto de los procedimientos típicos de las distintas formas de empresa y las situaciones sociales en las que se mueven, destinándolas a tres objetivos de igual importancia:
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a) Ayudar a personas en situación de indigencia mediante distintos tipos de intervenciones tendentes a la inclusión comunitaria y productiva;
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b) Desarrollar la empresa, consolidándola, mejorando la calidad de sus bienes y servicios, creando nuevos puestos de trabajo, sobre todo en los países donde escasea el trabajo, y, cuando sea posible, remunerando a los socios;
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c) Difundir la cultura de comunión y la cultura del "dar". En el supuesto de que la vinculación a la EdC no fuese compartida aún por todos los socios, el compromiso de compartir las ganancias para los fines del proyecto se limita a las cuotas de participación de quienes sí se han adherido.
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'''2.   Naranja: La relación con los clientes, los proveedores, los inversores, la sociedad civil y otros sujetos externos'''
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Los miembros de la empresa se comprometen con profesionalidad a construir y fortalecer unas relaciones buenas y abiertas con los clientes, los proveedores y la comunidad del territorio en el cual operan, cuya salvaguardia y mejora sienten como parte integrante de su misión.
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La empresa se relaciona de manera leal y cívica con los competidores, proveedores, clientes y administraciones públicas, a los que considera aliados esenciales para alcanzar el Bien común. Además, los empresarios y trabajadores de las empresas de EdC promueven el espíritu y el mensaje de la EdC, presentando sus ideas y experiencias en congresos, seminarios y encuentros, puesto que consideran parte de su ‘vocación’ difundir esta nueva visión económica.
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No contentos con vivir la EdC, quieren darla a conocer a muchos, con especial atención a los jóvenes, a los que acogen y ofrecen la posibilidad de formarse o realizar prácticas.
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'''3.   Amarillo: Espiritualidad y ética'''
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La EdC considera el trabajo como una oportunidad para el crecimiento no sólo profesional, sino también espiritual y ético.
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La empresa se compromete a respetar concretamente las leyes y trabaja para cambiarlas y mejorarlas. Mantiene un comportamiento correcto en su relación con las autoridades fiscales, los órganos de control, los sindicatos y los organismos institucionales. Es consciente de que la calidad de la vida laboral es una dimensión esencial para la realización de la persona y para el desarrollo de su vocación como trabajador y como ser humano.
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Las personas que trabajan en las empresas de EdC aprenden a valorar también las dificultades y el sufrimiento que existe en los lugares de trabajo, haciendo de ellas otras tantas ocasiones de gran valor para el crecimiento y la maduración. En la definición de la naturaleza y la calidad de sus productos, la empresa se compromete no sólo a respetar sus obligaciones contractuales, sino también a evaluar los efectos de sus propios productos en el bienestar de las personas a las que van destinados y en el medio ambiente.
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'''4.   Verde: Calidad de vida, felicidad y relaciones'''
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Uno de los objetivos fundamentales de una empresa de economía de comunión consiste en convertirse en una verdadera comunidad. A tal fin se programan encuentros periódicos para verificar la calidad de las relaciones interpersonales y para contribuir a resolver las situaciones de conflicto, recurriendo con regularidad a los llamados “instrumentos” de la comunión: coloquio periódico entre los trabajadores y los responsables (al menos una vez al año); momentos de revisión comunitaria y ‘corrección fraterna’ entre todos los miembros de la empresa que, de este modo, experimentan la fraternidad y la igualdad entre todos, que es anterior a las necesarias diferencias funcionales y de responsabilidad en la empresa; escucha por parte de los directivos de posibles protestas, disensiones y sugerencias; intercambio de experiencias durante encuentros expresamente organizados para ello. Las empresas de EdC saben que si no ejercitan estos instrumentos de comunión, la vida relacional en la empresa se empobrece, así como sus resultados económicos.
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Se presta especial atención a la salud física, al deporte y al cuidado del medio ambiente, puesto que la comunión abarca también la naturaleza y la corporeidad.
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Para cuidar las relaciones, las empresas de EdC dan importancia a la fiesta, también en las actividades normales de la empresa (cumpleaños, nacimientos, despedidas...), durante la cual se fortalecen las relaciones y el sentido de pertenencia a la comunidad de trabajo, que son recursos muy valiosos especialmente en épocas de crisis.
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'''5.   Azul: Armonía en el ambiente de trabajo'''
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La belleza y la armonía de los lugares de trabajo son la primera tarjeta de visita de una empresa de EdC, ya que la comunión también es belleza, pero con sobriedad, sin necesidad de lujo. Los diferentes ambientes son expresión de la armonía en las relaciones y ellos mismos son parte de las relaciones empresariales. La higiene, la limpieza y el orden son parte de la cultura de la EdC, de tal forma que se encuentren a gusto tanto los trabajadores, como los propietarios, los clientes, los proveedores y los visitantes.
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Para ello se garantiza el respeto de las normas de seguridad, la necesaria ventilación, niveles tolerables de ruido, una adecuada iluminación y todo lo que facilita la calidad de las relaciones dentro y fuera de la empresa. La dimensión de la belleza se mantiene en su más alta consideración incluso cuando la empresa entra, directa o indirectamente en contacto con la pobreza, conscientes de que la primera cura de cualquier forma de indigencia es la atención al otro y la dimensión de la belleza expresa esto en su forma más elevada.
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'''6.   Añil: Formación, instrucción y sabiduría'''
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La empresa favorece un clima de confianza recíproca entre sus miembros, en el que resulte natural poner libremente a disposición los talentos, ideas y competencias de cada uno para el bien del crecimiento profesional de los compañeros y el progreso de la empresa.
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La primera escuela de formación siempre es la comunidad empresarial, en sus distintas relaciones. Además, la dirección adopta criterios de selección del personal y de planificación del desarrollo profesional para los trabajadores, con el fin de facilitar la implantación de este clima. La empresa proporciona ocasiones de actualización y aprendizaje continuo, apoyando la formación profesional y la formación en la cultura de comunión de su personal con una especial atención a los jóvenes, dentro y fuera de la empresa.
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Finalmente, los empresarios y trabajadores de la EdC cultivan su humanidad y sus áreas de interés dentro y fuera de la empresa, con especial atención al desarrollo de la cultura y el pensamiento económico, y para ello participan en encuentros y actividades de formación, con el fin de ser cada vez más capaces de dar razón de su visión empresarial y cultural.
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'''7.   Violeta: Comunicación'''
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Los empresarios que se integran en la EdC trabajan constantemente para crear un clima de comunicación abierta y sincera, que favorezca el intercambio de ideas e informaciones entre todos los niveles de responsabilidad. Para ello, adoptan los oportunos instrumentos de rendición periódica de cuentas, tanto hacia el interior de la empresa como hacia el exterior (por ejemplo, el “balance social”), instrumentos que muestran con los hechos el valor social generado para los diversos sujetos interesados en la actividad empresarial.
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No hay comunión sin comunicación. Las empresas gestionadas de acuerdo con la Economía de Comunión, con la intención de desarrollar también relaciones económicas recíprocamente útiles y productivas, usan los más modernos medios de comunicación para conectarse entre ellas, tanto a nivel local como internacional.
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Los empresarios integrados en la Economía de Comunión, conscientes del valor cultural y político que el éxito del proyecto común puede comportar, mantienen siempre vivo entre ellos, a nivel local e internacional, un espíritu de recíproco apoyo y solidaridad. Y hacen red con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieren contribuir sinceramente a construir un mundo más justo, fraterno y unido.
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'''Más información'''
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*  [https://economiadecomunion.org/images/PDFs/Carta_Identidad_EdC.pdf Carta de Identidad de la EdC]

Revisión actual del 15:03 21 may 2024

La Economía de Comunión es una iniciativa católica de la que participan empresarios, empresas, asociaciones e instituciones económicas, así como trabajadores, directivos, consumidores, y personas comprometidas con la promoción y práctica de una cultura caracterizada por la gratuidad, la reciprocidad y con un estilo de vida alternativo al sistema capitalista vigente.

Fue creada por la docente y ensayista italiana Chiara Lubich en 1991, en Sao Paulo (Brasil), y tiene como finalidad erradicar la miseria y la injusticia social, contribuyendo a edificar un sistema económico y una sociedad humana de comunión en la que se logre que no haya ningún necesitado.

Objetivos de la EdC

  • Vivir y difundir una nueva cultura económica y cívica, desde la infancia hasta la ancianidad, a la que Chiara Lubich llamó “Cultura del dar”.
  • Luchar contra las distintas formas de indigencia con una doble inclusión: comunitaria y productiva (no es posible vencer la pobreza simplemente con dinero).
  • Formar empresarios que conciban y vivan su actividad empresarial como “vocación” de servicio al bien común y a los excluidos de cualquier latitud y contexto social, y que estén dispuestos a compartir los beneficios que obtengan en sus empresas con tres finalidades:

o  Reducción de la miseria y la exclusión

o  Difusión de la cultura del dar y la comunión.

o  Desarrollar la empresa para crear puestos de trabajo

Acerca de la “Cultura del dar” y el movimiento

La EdC invita a vivir y difundir, desde la infancia, una nueva cultura económica y cívica basada en la generosidad o en lo que Lubich bautizó como ‘la cultura del dar’, que es completamente diferente a la ‘cultura del tener’, hoy imperante.

La cultura del dar se difunde mediante cursos, seminarios, encuentros y otras actividades formativas dirigidas a jóvenes, trabajadores, empresarios y ciudadanos.

No es una iniciativa asistencialista ni filantrópica, pues las dos concepciones son individualistas, sino que se basa en la esencia misma de la persona que la ejerce y que debe ser de ‘comunión’, es decir, que comparta los ideales que impulsan la EdC, cuyo principal objetivo es mostrar una porción de humanidad ‘sin indigentes’.

Para eso, esta economía activa la reciprocidad en distintos niveles: creando puestos de trabajo para incluir a los excluidos del sistema económico y social, difunde la cultura del dar y de la comunión en distintas iniciativas educativas y culturales e interviene en las situaciones de emergencia con ayudas y con proyectos de desarrollo sostenible.

La relación con las personas en situación de necesidad se entiende y se vive en un plano de sustancial dignidad, respeto, igualdad, reciprocidad y comunión. Las propias empresas también se entienden como lugares e instrumentos para reducir la indigencia, la miseria y la injusticia, tanto a nivel local como global.

Cualquier acto de dar no crea la cultura del dar ideada por Lubich. Un ejemplo es cuando el dar es un poder para dominar u oprimir a individuos o pueblos o como cuando ese dar es interesado y utilitario como sucede en ciertas tendencias actuales del neo-liberalismo en donde sólo busca el beneficio individual.

Los sectores beneficiados por la EdC son las pymes que de modo práctico vivencial aplican esta filosofía haciendo visible la propuesta centrada en la persona, cambiando el paradigma y generando una conciencia cultural y social.

La EdC busca construir y viene construyendo tejido social en las últimas tres décadas porque los que la promueven están convencidos de que no es posible curar ninguna forma de pobreza no elegida sin incluir a las personas desfavorecidas en comunidades vivas y fraternas.

Tampoco, si no se las inserta en empresas y en centros de trabajo, pues alguien con capacidad física y mental de trabajar seguirá siendo un indigente si no puede hacerlo.

La EdC es coordinada por una Comisión Internacional y por Comisiones Locales vinculadas a la Comisión Internacional en base al principio de subsidiariedad.

También da vida a un movimiento de pensamientos e ideas en auténtico diálogo con la cultura contemporánea y con la economía civil, solidaria y social a nivel local e internacional, y coopera con instituciones políticas, religiosas y de la sociedad civil.

Líneas para dirigir una empresa de Economía de Comunión

En la EdC participan 861 empresas pertenecientes a distintos sectores de actividad y con distintas formas jurídicas (sociedades, empresas sociales y civiles, cooperativas, asociaciones…) de Argentina, África Central, Bélgica, Brasil, Colombia, Congo, Croacia, España, Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal, entre otros, que llevan a la práctica la cultura y los valores de la EdC.

Dichas empresas se gestionan adoptando la comunión como valor fundamental de su organización a todos los niveles.

En la práctica, tratan de seguir las llamadas Líneas para dirigir una empresa de Economía de Comunión:

1.   Rojo: Empresarios, trabajadores y empresas

Las empresas que se integran en la economía de comunión definen su “misión empresarial” adoptando la comunión como valor fundamental de su organización, a todos los niveles.

Para hacerlo realidad, las funciones y los roles dentro de la empresa están claramente definidos y se ejercen con responsabilidad y espíritu de servicio. El estilo de dirección es participativo. Los objetivos empresariales son compartidos y adecuadamente verificados de modo transparente, prestando especial atención a la calidad de las relaciones entre los sujetos involucrados (stakeholders) y cuidando especialmente la relación con otros empresarios de la EdC, con la comisión regional y con las asociaciones locales e internacionales de la EdC.

Cuando la empresa obtiene ganancias, los empresarios y socios se comprometen a compartirlas, desde el respeto de los procedimientos típicos de las distintas formas de empresa y las situaciones sociales en las que se mueven, destinándolas a tres objetivos de igual importancia:

a) Ayudar a personas en situación de indigencia mediante distintos tipos de intervenciones tendentes a la inclusión comunitaria y productiva;

b) Desarrollar la empresa, consolidándola, mejorando la calidad de sus bienes y servicios, creando nuevos puestos de trabajo, sobre todo en los países donde escasea el trabajo, y, cuando sea posible, remunerando a los socios;

c) Difundir la cultura de comunión y la cultura del "dar". En el supuesto de que la vinculación a la EdC no fuese compartida aún por todos los socios, el compromiso de compartir las ganancias para los fines del proyecto se limita a las cuotas de participación de quienes sí se han adherido.

2.   Naranja: La relación con los clientes, los proveedores, los inversores, la sociedad civil y otros sujetos externos

Los miembros de la empresa se comprometen con profesionalidad a construir y fortalecer unas relaciones buenas y abiertas con los clientes, los proveedores y la comunidad del territorio en el cual operan, cuya salvaguardia y mejora sienten como parte integrante de su misión.

La empresa se relaciona de manera leal y cívica con los competidores, proveedores, clientes y administraciones públicas, a los que considera aliados esenciales para alcanzar el Bien común. Además, los empresarios y trabajadores de las empresas de EdC promueven el espíritu y el mensaje de la EdC, presentando sus ideas y experiencias en congresos, seminarios y encuentros, puesto que consideran parte de su ‘vocación’ difundir esta nueva visión económica.

No contentos con vivir la EdC, quieren darla a conocer a muchos, con especial atención a los jóvenes, a los que acogen y ofrecen la posibilidad de formarse o realizar prácticas.

3.   Amarillo: Espiritualidad y ética

La EdC considera el trabajo como una oportunidad para el crecimiento no sólo profesional, sino también espiritual y ético.

La empresa se compromete a respetar concretamente las leyes y trabaja para cambiarlas y mejorarlas. Mantiene un comportamiento correcto en su relación con las autoridades fiscales, los órganos de control, los sindicatos y los organismos institucionales. Es consciente de que la calidad de la vida laboral es una dimensión esencial para la realización de la persona y para el desarrollo de su vocación como trabajador y como ser humano.

Las personas que trabajan en las empresas de EdC aprenden a valorar también las dificultades y el sufrimiento que existe en los lugares de trabajo, haciendo de ellas otras tantas ocasiones de gran valor para el crecimiento y la maduración. En la definición de la naturaleza y la calidad de sus productos, la empresa se compromete no sólo a respetar sus obligaciones contractuales, sino también a evaluar los efectos de sus propios productos en el bienestar de las personas a las que van destinados y en el medio ambiente.

4.   Verde: Calidad de vida, felicidad y relaciones

Uno de los objetivos fundamentales de una empresa de economía de comunión consiste en convertirse en una verdadera comunidad. A tal fin se programan encuentros periódicos para verificar la calidad de las relaciones interpersonales y para contribuir a resolver las situaciones de conflicto, recurriendo con regularidad a los llamados “instrumentos” de la comunión: coloquio periódico entre los trabajadores y los responsables (al menos una vez al año); momentos de revisión comunitaria y ‘corrección fraterna’ entre todos los miembros de la empresa que, de este modo, experimentan la fraternidad y la igualdad entre todos, que es anterior a las necesarias diferencias funcionales y de responsabilidad en la empresa; escucha por parte de los directivos de posibles protestas, disensiones y sugerencias; intercambio de experiencias durante encuentros expresamente organizados para ello. Las empresas de EdC saben que si no ejercitan estos instrumentos de comunión, la vida relacional en la empresa se empobrece, así como sus resultados económicos.

Se presta especial atención a la salud física, al deporte y al cuidado del medio ambiente, puesto que la comunión abarca también la naturaleza y la corporeidad.

Para cuidar las relaciones, las empresas de EdC dan importancia a la fiesta, también en las actividades normales de la empresa (cumpleaños, nacimientos, despedidas...), durante la cual se fortalecen las relaciones y el sentido de pertenencia a la comunidad de trabajo, que son recursos muy valiosos especialmente en épocas de crisis.

5.   Azul: Armonía en el ambiente de trabajo

La belleza y la armonía de los lugares de trabajo son la primera tarjeta de visita de una empresa de EdC, ya que la comunión también es belleza, pero con sobriedad, sin necesidad de lujo. Los diferentes ambientes son expresión de la armonía en las relaciones y ellos mismos son parte de las relaciones empresariales. La higiene, la limpieza y el orden son parte de la cultura de la EdC, de tal forma que se encuentren a gusto tanto los trabajadores, como los propietarios, los clientes, los proveedores y los visitantes.

Para ello se garantiza el respeto de las normas de seguridad, la necesaria ventilación, niveles tolerables de ruido, una adecuada iluminación y todo lo que facilita la calidad de las relaciones dentro y fuera de la empresa. La dimensión de la belleza se mantiene en su más alta consideración incluso cuando la empresa entra, directa o indirectamente en contacto con la pobreza, conscientes de que la primera cura de cualquier forma de indigencia es la atención al otro y la dimensión de la belleza expresa esto en su forma más elevada.

6.   Añil: Formación, instrucción y sabiduría

La empresa favorece un clima de confianza recíproca entre sus miembros, en el que resulte natural poner libremente a disposición los talentos, ideas y competencias de cada uno para el bien del crecimiento profesional de los compañeros y el progreso de la empresa.

La primera escuela de formación siempre es la comunidad empresarial, en sus distintas relaciones. Además, la dirección adopta criterios de selección del personal y de planificación del desarrollo profesional para los trabajadores, con el fin de facilitar la implantación de este clima. La empresa proporciona ocasiones de actualización y aprendizaje continuo, apoyando la formación profesional y la formación en la cultura de comunión de su personal con una especial atención a los jóvenes, dentro y fuera de la empresa.

Finalmente, los empresarios y trabajadores de la EdC cultivan su humanidad y sus áreas de interés dentro y fuera de la empresa, con especial atención al desarrollo de la cultura y el pensamiento económico, y para ello participan en encuentros y actividades de formación, con el fin de ser cada vez más capaces de dar razón de su visión empresarial y cultural.

7.   Violeta: Comunicación

Los empresarios que se integran en la EdC trabajan constantemente para crear un clima de comunicación abierta y sincera, que favorezca el intercambio de ideas e informaciones entre todos los niveles de responsabilidad. Para ello, adoptan los oportunos instrumentos de rendición periódica de cuentas, tanto hacia el interior de la empresa como hacia el exterior (por ejemplo, el “balance social”), instrumentos que muestran con los hechos el valor social generado para los diversos sujetos interesados en la actividad empresarial.

No hay comunión sin comunicación. Las empresas gestionadas de acuerdo con la Economía de Comunión, con la intención de desarrollar también relaciones económicas recíprocamente útiles y productivas, usan los más modernos medios de comunicación para conectarse entre ellas, tanto a nivel local como internacional.

Los empresarios integrados en la Economía de Comunión, conscientes del valor cultural y político que el éxito del proyecto común puede comportar, mantienen siempre vivo entre ellos, a nivel local e internacional, un espíritu de recíproco apoyo y solidaridad. Y hacen red con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieren contribuir sinceramente a construir un mundo más justo, fraterno y unido.

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