Capital Social
El término Capital Social fue utilizado por primera vez a principios del siglo XX en pedagogía y luego fue retomado en la década del ‘60, cuando se empezó a usar en teorías de desarrollo económico. Se podría resumir como transformar los paradigmas de “beneficio propio” hacia un “beneficio común”, estimulando así una mayor cooperación y coordinación. Francis Fukuyama lo define como “la norma que hace que exista cooperación entre dos partes”. Igualmente se refiere al valor colectivo de las redes sociales y es considerado para la formulación de políticas en muchas organizaciones.
En los modelos económicos tradicionales y neo-liberales este concepto es totalmente ignorado, pero en los años '80 volvió a tomar importancia. Fue usado por muchos autores en sociología y en modelos de economía alternativos. También ha sido recientemente reconocido por instituciones como el Banco Mundial.
El Capital Social mide también la sociabilidad de un conjunto humano y aquellos aspectos que permiten que prospere la colaboración y el uso, por parte de los actores individuales, de las oportunidades que surgen en estas relaciones sociales. Sociabilidad entendida como la capacidad para realizar trabajo conjunto, colaborar y llevar a cabo la acción colectiva. En los últimos años se han destacado tres “fuentes” principales del capital: la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales.
A pesar de las posibles diferencias en la forma de definir y medir estos atributos, el Capital Social siempre apunta hacia aquellos factores que nos acercan como individuos y a cómo este acercamiento se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el bienestar del grupo.
Construcción de capital social
Capital social es un concepto evolutivo que está compuesto por diversos elementos como la confianza, valores éticos, conciencia cívica, asociatividad y cohesión social, logrando unir a diversos componentes de una sociedad, promoviendo su prosperidad socio-económica en forma sostenible.
Los valores que esta definición contiene (democracia, interés social, justicia distributiva) se imprimen de modo imaginativo y plural en las distintas formas sociales de entidades que integran los diferentes sectores. En todos los casos, la construcción de capital social apunta a que los tres sectores institucionales, a saber, público, privado y social, actúen en pro de un desarrollo social y económico colectivo, sin exclusiones.
Asimismo, la construcción de capital social facilita y fomenta las iniciativas de desarrollo sostenible.
La construcción de capital social responde a los siguientes principios:
• procesos de decisión democráticos,
• primacía de las personas y el planeta en el reparto de los beneficios,
• finalidad de servicio a sus miembros o a la colectividad antes que de lucro, y
• autonomía de gestión.