Economía del bien vivir
La Economía del Bien Vivir es un enfoque horizontal que enfatiza la importancia de la cooperación intersectorial. Se trata de comprender el papel de los aspectos sociales, de género, de salud, de empleo, de educación y ambientales en relación con el crecimiento económico, así como la estabilidad de la economía y de las sociedades. También contribuye a la implementación de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que destaca el equilibrio entre las políticas económicas, sociales y ambientales.
El ministro de Asuntos Sociales y Salud de Finlandia, Pirkko Mattila, explica cómo La economía del bien vivir es una manera de abordar los desafíos futuros con un enfoque holístico.
“Actualmente, muchos países están abordando los desafíos de la provisión de fondos suficientes y sostenibles para el bienestar de sus ciudadanos. Esto es muy fácil de entender ya que el gasto público en bienestar, es decir, el gasto social, de salud, educación y empleo, constituye una parte importante de los presupuestos nacionales.
A menudo, la tendencia dominante en las reformas es recortar estos gastos para buscar la consolidación fiscal en el corto plazo. Las actuaciones en bienestar se consideran principalmente como costos, algo que no podemos permitirnos, especialmente durante tiempos económicos difíciles.
Está claro que se necesita un enfoque más amplio. Necesitamos una mejor comprensión de la interacción entre la dinámica económica y las soluciones de bienestar. El fundamento mismo de nuestras sociedades y economías es el potencial humano. Necesitamos buscar formas de utilizar las infinitas posibilidades de nuestra población.
La economía y el bienestar están, en los mejores casos, estrechamente relacionados y se refuerzan mutuamente.
El crecimiento económico mejora el bienestar de las personas, mientras que el bienestar y la salud de la población aumentan el crecimiento económico y la estabilidad. Este vínculo debe ser más reconocido. En Finlandia, estamos proponiendo un enfoque holístico a esta cuestión que requiere un pensamiento transversal y la cooperación intersectorial. Llamamos a este enfoque, la Economía del Bien Vivir.
Ya que buscamos soluciones sostenibles a los desafíos actuales de las sociedades, sería de utilidad un enfoque más holístico de la cuestión. Este enfoque resalta la importancia de evaluar cómo las diferentes medidas políticas pueden afectar la salud y el bienestar y, por lo tanto, la empleabilidad, así como la productividad de las personas. También puede aumentar nuestra comprensión de cómo las inversiones en bienestar generan ahorros, eficiencia, productividad y crecimiento económico. El Indice de Capital Humano del Banco Mundial, proporciona resultados que lo respaldan.
La inversión en capital humano y bienestar puede proporcionar resultados directos y claros, por ejemplo, inversiones en salud, incluida la salud mental, la educación, la salud y seguridad ocupacional, así como la igualdad de género, junto con las finanzas públicas saneadas, son relevantes desde las perspectivas macro y microeconómica.
Tomemos un ejemplo: si las mujeres aumentaran sus horas de trabajo remuneradas para que las brechas de género, tanto en la participación como en las horas de trabajo, desaparecieran por completo en 2040, se impulsaría a la economía con un crecimiento adicional del 15-30% del PIB per cápita en los países nórdicos, una estimación realizada por OCDE.
Es crucial evaluar y monitorear las consecuencias a largo plazo de las políticas presupuestarias tanto para el bienestar como para la situación macroeconómica. También debemos desarrollar herramientas concretas para integrar las perspectivas de género en las políticas presupuestarias y en todo el proceso de gestión de las finanzas públicas.
La Economía del Bienestar también incluye la microeconomía, por ejemplo, el papel de los medicamentos. En el contexto de la UE, es vital comprender de qué manera el bienestar puede beneficiarse y contribuir al mercado interior. La digitalización y las nuevas tecnologías crearán la base para la innovación y el crecimiento de las empresas, lo que ayudará a promover la salud pública y la disponibilidad de nuevos medicamentos.
Esto es relevante también desde la perspectiva del envejecimiento de la población. La longevidad es uno de los éxitos de nuestras políticas, que moldea cada vez más nuestras sociedades y economías. El envejecimiento de las poblaciones tiene un fuerte impacto en el crecimiento económico, la productividad, las finanzas públicas, el sector financiero, así como la distribución de la riqueza y el ingreso.
Tenemos muchos datos sobre la importancia del bienestar para el crecimiento económico y la estabilidad. Sin embargo, también debemos tener en cuenta algunos resultados, que no son tan fáciles de calcular. Incluso un crecimiento económico estable y elevado no atrae a todos los ciudadanos. Prestar atención al crecimiento inclusivo es, por lo tanto, muy importante. La justicia social y el trato justo son elementos clave que afectan las experiencias de bienestar de las personas.
La economía del bienestar también es relevante para la estabilidad social y la seguridad. Al construir sociedades seguras, es vital construir un sentido de seguridad para las personas. Una protección social sólida y el acceso a los servicios, así como la inclusión social general, se encuentran en el corazón de la seguridad personal de cada ciudadano, al mismo tiempo que permiten y apoyan a todos a participar activamente en la sociedad.
Como con todo lo que vale la pena, necesitamos esfuerzos y tiempo para obtener resultados. Encontrar soluciones requiere un trabajo a largo plazo, paciente y continuo.
La economía del bien vivir es multidimensional, intersectorial y, sobre todo, un tópico desde las perspectivas globales, regionales y locales. Es un enfoque que necesitamos para enfrentarnos a nuestros desafíos futuros. Es hora de que participemos en un debate abierto sobre cómo usarlo, y para que hagamos de nuestros desafíos futuros las oportunidades de hoy”.