Abordaje de lo disruptivo

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Por la acción de la naturaleza o del hombre, como consecuencia de crisis financieras internacionales, catástrofes naturales, tsunamis, pandemias y otros efectos del cambio climático, los seres humanos debemos estar preparados para enfrentar cambios bruscos en los escenarios reales. Estos cambios provocan tales grados de displacer, que son capaces de alterar el pensamiento psíquico normal, al punto que pueden llegar a transformar tanto el comportamiento como el pensamiento y la psique de una persona, una comunidad o de la sociedad en su conjunto.

Para poder abordar la realidad y sus circunstancias desde esta perspectiva disruptiva, debemos estar preparados. Porque estamos no sólo en una época de cambios, sino que asistimos a un cambio de época, donde la naturaleza y la rapidez de las transformaciones las convierten en lo único predecible en nuestro entorno.

Frente a esta posibilidad, se impone elaborar planes de mitigación, evaluación y reconstrucción de daños. También la creación de organismos como el Consejo de seguridad humana, autónomo, adscrito a organismos internacionales como la ONU.

De acuerdo con el consultor argentino Alberto Levy, a "un mundo de creciente Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad (VICA o VUCA, en inglés, ya que cambia “incertidumbre” por “Uncertainty), nosotros agregamos la “fricción”, como una condición crítica de la hipercompetitividad de la Era del Instante”. Por lo tanto: 

  • Volatilidad: refiere a las variables intervinientes son cada vez más efímeras. Incertidumbre.
  •  Incertidumbre: Cada vez menos previsibles.
  • Complejidad: Relacionadas entre sí como sistemas abiertos no-lineales con vínculos múltiples y recursivos.
  •  Ambigüedad: De diferentes fuentes confiables nos llega información contradictoria y paradojal.
  • Fricción: En el marco de una hipercompetitividad exponencialmente creciente en todos los sectores y en la convergencia entre casi todos ellos.

Entonces, al hablar del “Afuera” no nos referimos solo superficialmente a lo ya sabido de la turbulencia, los saltos bruscos o las transformaciones catastróficas (en el sentido científico). Todas estas son las ya tradicionales y hasta “triviales” perturbaciones y vulnerabilidades que atentan contra el logro de los objetivos empresariales. Definimos ese “Afuera” como los escenarios caracterizados por la interacción entre la Volatilidad, la Incertidumbre, la Complejidad, la Ambigüedad y la Fricción.

Para la empresa esta interacción de variables externas resulta, en general, en la “construcción” de uno o más escenarios “verosímiles”, más o menos probables, pero casi todos posibles: “futuribles”, en los que lo máximo que puede tratar de hacer es potenciar su actitud y aptitud psicosociotécnica de anticipación. No de adaptación. Adaptación implica el ajuste a un cambio externo que ya se dio. En la “Era del Instante” esto puede resultar peligrosamente tardío. A esta capacidad la llamaremos “Readiness” ya que no encontramos ninguna definición mejor (agilidad, preparación, disposición, rapidez, aptitud, alerta, voluntad, prontitud, estar “listo para”).

Los desastres y lo traumático

Por Moty Benyakar

Los desastres y las catástrofes son la máxima expresión de la implosión de un evento fáctico en el psiquismo del individuo.

Denomino “evento” a todo aquello que es, no porque se nos ocurra pensar en ello, “sino porque no es afectado por lo que podamos pensar del mismo”. Todo evento tiene la capacidad potencial de irrumpir en personas, instituciones y comunidades. Si ese potencial se realiza, se altera en éstas un estado existente de equilibrio u homeostasis y se producen distintos tipos de reacciones. En ese caso, se tratará de un evento fáctico disruptivo, donde la cualidad de disruptivo corresponde exclusivamente al evento o la situación capaz de provocar una discontinuidad o una distorsión en el modo humano de elaborar. “Disruptivo” es un concepto relacional puesto que es una cualidad que se predica de un fenómeno que actúa inevitablemente sobre algo o alguien. Dentro de esta categoría relacional, el potencial disruptivo inherente al fenómeno tiene un componente que lo relativiza. Por ejemplo, un bombardeo o un accidente ferroviario tienen un potencial disruptivo mayor que un paseo por la playa. Pero el potencial disruptivo que pueda tener ese paseo para un niño que de pronto pierde de vista a sus padres cuando ya el sol está bajando y sube la marea puede ser casi tanto como el de los otros ejemplos. Es preciso no olvidar este interjuego permanente entre las condiciones inherentes de los eventos y los aspectos que las relativizan.

Un evento se consolida como disruptivo cuando desorganiza, desestructura o provoca discontinuidad. La desorganización y lo que ocurra con ella no le pertenecen al evento sino que dependen del sujeto que lo vive. No obstante, existe una clase de eventos, por ejemplo, un cataclismo, accidentes o enfermedades graves, la muerte inesperada de un ser querido, la guerra, un atentado terrorista, que son disruptivos per se. Este hecho, sin embargo, no nos autoriza a evaluar los acontecimientos a priori y mucho menos a generalizar tal evaluación.

Las siguientes cualidades potencian la capacidad disruptiva de un evento:

  • ser inesperado, por ejemplo, desde la explosión de una bomba hasta un encuentro con alguien significativo que creíamos que nunca más íbamos a ver;
  • interrumpir un proceso normal y habitual indispensable para nuestra existencia o para mantener el equilibrio, desde ser secuestrado hasta perder el empleo;
  • minar el sentimiento de confianza en los otros, como sucede tras sufrir una violación sexual o la traición de un viejo amigo;
  • contener rasgos novedosos no codificables ni interpretables según los parámetros que ofrece la cultura, como cuando visitamos un país con costumbres y creencias radicalmente diferentes de las nuestras y que contrarían nuestros valores;
  • amenazar la integridad física propia o de otros significativos;
  • distorsionar o destruir el hábitat cotidiano.

Si quisiéramos describir alguna de las situaciones que puse como ejemplo, limitándonos a hablar de los hechos, veríamos que necesitamos para ello usar un lenguaje fenoménico, que es el que nos permite discriminar y describir las partes que constituyen el suceso que queremos relatar. Un análisis riguroso de ese relato nos mostraría que nada hay en él que nos permita inferir un determinado resultado. No obstante, la vida nos enseña que cualquiera de estas situaciones tiene, la mayoría de las veces, un impacto disruptivo intenso. En qué consista ese impacto, que puede ser traumatogénico, estresogénico o ansiógeno no específico, será algo que sólo podremos saber después de ocurrido el evento y observando y analizando las reacciones individuales de cada persona que lo vive.  Confío haber dejado claro lo inadecuado que es, decir de un evento o situación que es traumático. Decir que es disruptivo, en cambio, invita a investigar las situaciones y el impacto que tienen sobre los sujetos, el modo en que se articulan con sus vivencias. Sólo así será posible abordar lo generalizable (el evento) y lo que jamás podremos generalizar (la vivencia).

Los desórdenes por disrupción dan lugar a las patologías de lo disruptivo que son aquellas en las que un cambio que ocurre en el afuera impacta en el adentro produciendo distorsiones vivenciales, o sea, vivencias traumáticas, de estrés, ominosas o de ansiedad. Esto distingue las patologías por disrupción de las neurosis en las cuales es la distorsión intrapsíquica del sujeto lo que transforma la relación con el entorno.

El profesor Dr. Moty Benyakar, un especialista en la materia, que creó el término "ecobioética" e integra la Red de Bioética Internacional de la UNESCO, es autor del libro "Lo disruptivo", donde ofrece un abordaje amplio –desde un punto de vista clínico– de las diferentes variables que inciden sobre la salud mental de los individuos en situaciones de catástrofe, agudas y crónicas, producidas por el hombre: las características de los entornos amenazantes y desorganizadores, el sufrimiento psíquico que causan y los desafíos que esta particular conjunción de lo social e individual plantea a los trabajadores especializados en salud mental.

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