Cultura de Paz

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En la Constitución de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura se declara que "puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz".

En la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales pertinentes del sistema de las Naciones Unidas, se reconoce que la paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se promueva el diálogo y se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos.

Por lo tanto, ante la profunda preocupación por la persistencia y la proliferación de la violencia y los conflictos en diversas partes del mundo, y reconociendo la necesidad de eliminar todas las formas de discriminación e intolerancia, incluidas las basadas en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la propiedad, las discapacidades, el nacimiento u otra condición, es necesario promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio, teniendo en cuenta que es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en:

• El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación.

• El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.

• El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.

• El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuos y la cooperación internacional.

• Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras.

• El respeto y la promoción del derecho al desarrollo económico y social sostenible.

• El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres.

• El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información.

• La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.

• La posibilidad de que todas las personas a todos los niveles desarrollen aptitudes para el diálogo, la negociación, la formación de consenso y la solución pacífica de controversias.

• El fortalecimiento de las instituciones democráticas y la garantía de la participación plena en el proceso del desarrollo.

• la erradicación de la pobreza y el analfabetismo y la reducción de las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas.

• La eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer promoviendo su autonomía y una representación equitativa en todos los niveles de la adopción de decisiones.

• El respeto, la promoción y la protección de los derechos del niño.

• La garantía de la libre circulación de información en todos los niveles y la promoción del acceso a ella.

• El aumento de la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de los asuntos públicos.

• la eliminación de todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia conexas.

• La promoción de la comprensión, la tolerancia y la solidaridad entre todas las civilizaciones los pueblos y las culturas, incluso hacia las minorías étnicas, religiosas y lingüísticas.

• El respeto pleno del derecho a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los que viven bajo dominación colonial u otras formas de dominación u ocupación extranjera, como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y expresado en los Pactos internacionales de Derechos Humanos, así como en la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales.

La educación a todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una cultura de paz. En ese contexto, es de particular importancia la educación en la esfera de los derechos humanos. Los padres, los maestros, los políticos, los periodistas, los órganos y grupos religiosos, los intelectuales, quienes realizan actividades científicas, filosóficas, creativas y artísticas, los trabajadores sanitarios, sociales y de actividades humanitarias, desempeñan una función clave en la promoción de una cultura de paz, así como también las organizaciones no gubernamentales y quienes ejercen funciones directivas en diversos niveles. Los gobiernos, por su parte, tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y la sociedad civil ha de comprometerse plenamente en su desarrollo. Asimismo, el papel informativo y educativo de los medios de difusión contribuye a promover una cultura de paz.

Al respecto, es importante tener en cuenta las diferentes iniciativas que se están desarrollando alrededor del mundo vinculadas con la educación para la paz como método de prevención de conflictos. Instituciones como la Unesco, la Escola de Cultura de Pau de Catalunya, la Universidad para la Paz en Costa Rica y la organización no gubernamental Oxfam, entre otras, trabajan activamente para que las escuelas adopten un programa de estudios donde la paz sea el eje común.