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Revisión del 18:37 14 jul 2011
Abordaje sistémico
El enfoque de sistemas es una manera de pensar en términos de interconexión, relaciones y contexto. Según este enfoque, las propiedades esenciales de un organismo, de una sociedad o de otros sistemas complejos, son propiedades del conjunto que surgen de las interacciones y las relaciones entre las partes.
Las propiedades de las partes no son intrínsecas, y se pueden entender sólo dentro del contexto del “todo” más amplio. El pensamiento se concentra no en los componentes básicos sino en los principios básicos de la organización. Es "contextual", lo cual es lo opuesto del pensamiento analítico.
Cuando nos referimos a “sistema”, queremos decir una conceptualización de una parte de la realidad definida por un conjunto de elementos interrelacionados. Los elementos pueden ser moléculas, organismos, máquinas o alguna de sus partes, entidades sociales o incluso conceptos abstractos. Puede que las interrelaciones, interconexiones o "acoplamientos" entre los elementos también tengan manifestaciones muy diferentes (transformación de la luz solar en energía; vínculos entre tejidos; información entre animales productores y depredadores; etc.).
El comportamiento y las propiedades de un sistema surgen no sólo de las propiedades de sus elementos constituyentes, sino también en gran medida de la naturaleza e intensidad de las interconexiones dinámicas entre ellas, que generan procesos que no tienen ni principio ni fin. Esto es especialmente cierto en los sistemas socioecológicos.
Perspectiva sistémica y desarrollo sostenible
Mirar la realidad desde esta perspectiva implica dos tareas básicas: una es la identificación y comprensión de las interrelaciones causales más importantes, ya que los vínculos entre diferentes factores y diferentes escalas originan la posibilidad de que los cambios en un componente del sistema repercutan en otras partes de ese mismo sistema. La otra tarea es comprender la dinámica del sistema. Además de la estructura de los componentes y vínculos, el análisis de las fuerzas que generan la conducta del sistema es esencial, incluyendo la investigación de cómo diferentes componentes y procesos interactúan funcionalmente para generar respuestas: cómo el sistema se adapta y se transforma.
El desarrollo sostenible exige una mirada sistémica sobre la realidad, porque sólo de este modo es posible tener una visión del conjunto más que de las meras partes y dar respuestas interdisciplinarias a las diferentes demandas. Además, los sistemas de los cuales se ocupa el desarrollo sostenible son sistemas complejos, pues siempre tienen varias dimensiones –en principio: ambiental, social y económica– y en ocasiones pareciera que sus necesidades son contrapuestas.
Una práctica útil en este abordaje sistémico sería siempre definir el sistema dentro del cual aislamos o delineamos el problema a investigar, y buscar interconexiones relevantes. En otras palabras, mirar hacia el exterior para analizar cómo el tema/problema está vinculado a otras variables, temas o sistemas (vínculos horizontales y verticales o de escalas transversales) en el tiempo y el espacio. Sólo entonces podríamos ignorar significativamente el resto de las variables del sistema (si los vínculos son insignificantes) o decidir cómo, y hasta qué punto, incluir el sistema más amplio en la investigación. Considerar el posible repertorio de comportamientos del conjunto, lo más ampliamente posible (no sólo el comportamiento histórico), permitirá, además, prepararse para la novedad, el cambio estructural y la sorpresa.
Algunas características de la perspectiva sistémica
La multiplicidad de perspectivas legítimas. Por ejemplo, es difícil entender un sistema sin considerar también su contexto; no se puede alcanzar la solución de un conflicto por una cuestión de propiedad común sin tener en cuenta las perspectivas y los intereses de los diferentes participantes (sin que ninguna sea la perspectiva "correcta" o "verdadera").
No linealidad. Los sistemas son no lineales, en el sentido de que muchas relaciones entre sus elementos son no directas.
Emergencia. Considerada en su acepción vinculada a algo que “nace, sale y da inicio a otra cosa” y denotada por la frase "el todo es más que la suma de sus partes", la emergencia es una propiedad sistémica, e implica que las propiedades de las partes se pueden entender solo en el contexto del todo más amplio y que el todo no puede ser analizado en función de sus partes. La verdadera novedad puede surgir de las interacciones entre los elementos del sistema.
Multiplicidad de escalas. Muchos sistemas son jerárquicos en el sentido de que cada elemento del sistema es un subsistema de un orden menor, y el propio sistema es un subsistema de un "suprasistema" de un orden mayor. El punto importante es que en muchos sistemas hay un fuerte acoplamiento entre los diferentes niveles y, por lo tanto, se debe analizar o gestionar el sistema en más de una escala simultáneamente. Sin embargo, los sistemas en diferentes niveles de escala tienen diferentes tipos de interacción, y diferentes ritmos característicos de cambio. Por lo tanto, es imposible tener una perspectiva única y correcta que abarque todo un sistema. La pluralidad y la incertidumbre son también características inherentes al comportamiento de los sistemas.
Incertidumbre irreductible. Muchas fuentes de incertidumbre surgen en los sistemas complejos. Algunas son reductibles con más datos y con investigaciones complementarias, como la incertidumbre debida a la ignorancia (por falta de datos, o por comprensión incompleta o inadecuada del sistema) y otras, vinculadas a los componentes aleatorios y azarosos que hay en todo proceso vivo (evidente en aquello que está relacionado con la naturaleza).
Abordaje sistémico de la realidad y de la virtualidad
El científico y pensador francés Joël de Rosnay fue el primero en hablar de "abordaje sistémico de la realidad”. El concepto surgió en los años cincuenta, en el marco de lo que se consideró una revolución del saber: la transdisciplinariedad, ya que previamente el saber estaba compartimentado. Rosnay explica su surgimiento de este modo: “La aproximación al conocimiento después de Descartes es una aproximación analítica. Pensamos que no podemos comprender la complejidad si no la despiezamos en pequeños trozos y los combinamos unos con otros. Ya sabemos que eso no funciona en la medida en que hay propiedades emergentes que nacen de la complejidad y la interactividad. Por eso fue preciso inventar una aproximación transversal, que nació efectivamente en los años cincuenta con la aproximación sistémica, la escuela de Palo Alto, y posteriormente el trabajo del Grupo de los Diez, en los años setenta y ochenta. “
”Se trataba de encontrar una metodología”, continua explicando Rosnay, “que permitiese abordar la complejidad en su conjunto, sin reducirla a sus elementos propios. Se podría decir que la aproximación sistémica es una nueva metodología que permite organizar los conocimientos con vistas a una mayor eficacia de la acción. A esta aproximación se han sumado nuevas herramientas como la Teoría de los Gráficos, la Teoría del Caos, toda una serie de herramientas asociadas a las diferentes disciplinas. La biología ha jugado al respecto un papel catalizador y también la ecología como ciencia integradora.”
El científico refiere asimismo que “progresivamente se ha visto caer los fragmentos, pero también nacer la confusión. Porque cuando caen las barreras, llega la era de los generalistas. Es decir, de la gente que sabe un poco de todo, capaces de saltar de una disciplina a otra sin tener en cuenta realmente las bases fundamentales de estas disciplinas. En el marco del Grupo de los Diez, siempre hemos preconizado una visión generalista a partir de las disciplinas: es a partir de las disciplinas que el árbol se enraíza en la tierra y que puede, en su frondosidad, interconectar con otros árboles. Hoy, con la irrupción de las tecnologías de la comunicación interactiva, como Internet, esta aproximación adquiere una nueva dimensión. ¿Por qué? Porque estamos a un clic de una base de datos o de cualquier sitio de Internet. En consecuencia, además de las disciplinas, de la interdisciplinariedad, de la pluridisciplinariedad o de la transdisciplinariedad, hay metodologías que no son sólo teóricas (descritas en los libros), sino vivientes en la red.”
”Tomemos el ejemplo de Internet”, concluye Rosnay. “Se nos dice: ‘lo importante es la interactividad’. En absoluto: yo veo que frente a sistemas de interactividad, los niños lo único que hacen es pulsar botones, como en una especie de juego, de diálogo estéril sin comprender lo que se les intenta explicar detrás de todo este mundo. Entonces la interactividad, en primera instancia, no es interesante. Lo que es interesante es el uso de la interactividad para crear colectivamente, lo que denomino la ‘intercreatividad’. En ella ya no se está conectado ‘a’ Internet, sino conectado ‘a través de’ Internet: son los cerebros que están detrás y es esta creatividad mutua la que puede, o no, expresarse. Y es la primera vez en la historia de la humanidad que eso se produce. ¿Por qué? Porque los dos sistemas interconmutables que existían anteriormente (el teléfono y el correo) no eran interconmutables por las personas. Con la Web, por primera vez, cada persona tiene potencialmente la capacidad de realizar una interconexión, una sinapsis de interconmutabilidad entre ella y los demás. El ‘cerebro interplanetario’ se complejiza gracias a los vínculos interconmutables y, esperemos, de la intercreatividad...”.