Identidad
Del latín identitas, la identidad es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Estos rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás. Identidad es la relación que toda entidad mantiene solo consigo misma.
Identidad, también es la conciencia que una persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en alguien distinto a los demás.
Aunque muchos de los rasgos que forman la identidad son hereditarios o innatos, el entorno ejerce una gran influencia en la conformación de la especificidad de cada sujeto.
La identidad es considerada como un fenómeno subjetivo, de elaboración personal, que se construye simbólicamente en interacción con otros. La identidad personal también va ligada a un sentido de pertenencia a distintos grupos socioculturales con los que consideramos que compartimos características en común. Se refiere a las creencias, los gustos, las acciones y costumbres, y se manifiesta a través de diferentes elementos como: la elección política, los valores morales, la religión, la actitud verbal y conductual, la identidad de género, etc.
Para Laing (1961), "La identidad es el sentido que un individuo da a sus actos, percepciones, motivos e intenciones". "Es aquello por lo que uno siente que es "él mismo", en este lugar y este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar pasados o futuros; es aquello por lo cual se es identificado".
¿Por qué es una pregunta difícil de responder?
Porque requiere de una fuerte introspección, y quien se formule esta pregunta tiene que poder alinear su ser con su sentir, además de tener la capacidad de reconocerlo y poder expresarlo en palabras. En general, con mí equipo de trabajo coincidimos en que aquel que más se conoce a sí mismo, o que es más propenso a ser conocido por otro que esté autorizado para brindar una opinión independiente, más fácil le resultará el trabajo de descubrir la propia dentidad. Notamos que se nos hace más fácil y exitoso el proceso de análisis de una empresa o un negocio, cuando encontramos un interlocutor que ya ha realizado con éxito este trabajo interno.
Hay personas que encuentran su identidad a través de dirigir la pregunta hacia otros: "¿qué ves en mí?". "¿qué encontrás en mí accionar?" o "¿por dónde creés que pasa mi marca personal?". En cambio, otros prefieren hacer ejercicios de introspección a través de trabajos terapéuticos que ayudan a complementar la mirada que uno tiene sobre uno mismo. Algunas veces podemos hablar de ADN, otras, resulta más fácil referirnos a la marca personal, en ocasiones llegamos a hablar de hilo conductor, algo que pareciera ser más poético, pero nos puede ayudar en esta búsqueda que nos hemos planteado. Y si avanzáramos hacia temas más técnicos, podríamos también pensar en encontrar un común denominador: aquello que se repite permanentemente en todo nuestro accionar.
En algún momento de este historial de identidades, surge la necesidad de armar una especie de algoritmo, cálculo, o fórmula que nos asegure entender que los conceptos que están surgiendo caen dentro de la categoría de identidad. En este sentido, lo importante es asegurarnos que el concepto de identidad que estamos intentando construir se encuentre alineado con aquello que se está nombrando. Por lo tanto, es imprescindibe que dicho concepto sea un buen guiño y genere un cierto gesto de alegría al pronunicarlo (más allá de lo complejo que haya sido descubrirlo). Sin lugar a duda, ésta será una de las batallas clave a librar durante el proceso de definir la identidad. Es decir, la identidad, valga la redundancia, tiene que servir para “identificarnos”.
Por otro lado, podemos decir que una identidad fuerte y contundente, es la que nos permitirá diferenciarnos de otros proyectos, empresas o emprendimientos que tengan una actividad similar o parecida a la nuestra.
Intentar ser únicos, y que podamos encontrar elementos que hagan que nuestra propuesta sea distinta, o en su completud diferente a lo que proponen otros, es el segundo ejercicio que debemos abordar en el momento de definir nuestra identidad.
Si bien es claro que identidad es aquello que nos diferencia de otros, al mismo tiempo debemos comprender que este concepto tiene que ser generoso con nosotros mismos y con nuestro entorno, y tiene que permitirnos crecer, fortalecernos y prepararnos para los nuevos caminos que hemos de emprender.
Una identidad robusta es aquella que nos permite crecer o dar los próximos pasos. En resumidas cuentas, una identidad nos identifica, nos diferencia y nos permite crecer y desarrollarnos en pos del cumplimiento de nuestra misión, visión y propósito como empresarios o emprendedores.
Algunas observaciones que valen la pena considerar:
- Aquel que se para en una identidad que no le queda cómoda, tiene poco futuro.
- Una identidad que no te identifica, porque es solo parte de una estrategia de marketing, es un concepto incómodo que mejor sería que lo puedas abandonar o descartar cuanto antes.
- Considerar que una identidad pareciera ser un elemento diferenciador, por el mero hecho de que otros así lo consideran, podemos afirmar que es una identidad fallida.
Ésto significa que a pesar de que yo diga, por ejemplo, que mi identidad como elemento diferenciador es “la calidad”, porque mis competidores elijen no identificarse con dicho atributo, no es una razón suficiente para considerarlo un elemento diferenciador en sí mismo.
Por último, una identidad que queda estancada en el tiempo, encierra dentro de sí una connotación negativa que tarde o temprano nos va a impedir generar la mística necesaria como para poder entender dónde quedan los nuevos destinos, los próximos pasos, los nuevos clientes o las nuevas oportunidades.
Por lo tanto, a la hora de planificar, será muy difícil poner en marcha el vuelo creativo necesario como para poder desarrollar las estrategias y los planes que nos asegurarán el crecimiento tan deseado. Es decir, una identidad que no es generosa, que tiene aristas que la hacen poco interesante e incentivadora, también descarta la oportunidad de poder encontrar ese algoritmo superador al que me refería en párrafos anteriores.
A partir de definir claramente nuestra identidad, podremos elegir un destino claro, construir un producto o servicio de calidad orientado a un público objetivo, desarrollar una estrategia de comunicación verosímil que contribuirá a construir una oferta que tenga alguna oportunidad de poder competir en aquellos mercados que hayamos seleccionado. La idea de ecosistema nos brinda una oportunidad de sentido de pertenencia, de lógica y de interacción, que contribuye definitivamente a la construcción de nuestra propia identidad.
Identidad personal e identidad social
En el ámbito personal, la identidad es el conjunto de rasgos característicos de un individuo, como sus actitudes y habilidades, su carácter, su temperamento, sus virtudes y sus carencias, todos los cuales permiten que este se diferencie de los demás y reconozca su individualidad y su personalidad. La identidad es lo que permite que alguien se reconozca a sí mismo. En consecuencia, la identidad personal es todo aquello que nos define como una persona independientemente de las demás. Tenemos conciencia de la identidad porque tenemos memoria, sin ella sería imposible nuestro propio reconocimiento. Es la identidad la que moldea a las personas, lo que determina sus gustos, necesidades, prioridades y acciones.
Identidad significa entender qué es aquello que me define desde mis propias características, mis propios deseos y mis búsquedas más íntimas.
Nuestro autoconcepto, nuestra individualidad, es la suma de dos identidades entrelazadas: la identidad personal (sentimiento de lo que nos diferencia de otros) y la identidad social (sentimiento de lo que nos asemeja con otros).
La diferencia entre ellos se encuentra en que la identidad social vincula al individuo con la colectividad de la cual forma parte, mientras que la identidad personal lo singulariza como un individuo único.
La construcción de la identidad implica comprender, representar y ser consciente de quienes somos y de cómo nos consideramos social y personalmente, implicando facetas subjetivas como la autoestima, la capacidad de autoreflexión y autobservación, así como la conciencia de uno mismo.
La función de la identidad es mantener nuestro equilibrio psíquico mediante dos acciones: la primera es darnos una valoración positiva de nosotros mismos (sentirnos una persona valiosa con capacidad para actuar ante los diferentes sucesos y elementos, y la segunda, adaptarnos al entorno en el que vivimos. La identidad nos permite sentirnos libres y seguros del objetivo que nos motiva, y propiciar cambios para crearnos una realidad mucho más armónica con nosotros mismos y lo que nos rodea.
La construcción de la identidad no es un trabajo solitario e individual La identidad se construye en la relación del sujeto con su entorno y con los otros. En este sentido, la identidad es dialéctica: se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto sobre ella. La identidad se sitúa siempre en un juego de influencias con los otros: "estoy influido por la identidad del Otro y mi identidad influye en la suya". En un constante movimiento de ida y vuelta, los otros me definen y yo me defino con relación a ellos.
Esta afirmación sólo evidencia que la identidad refiere a la construcción del sujeto en lo social. Se pone de relieve la necesidad de atender al individuo, es decir, de respetar y valorar su singularidad, es decir, su identidad personal como prerrequisito para el posterior establecimiento de vínculos interculturales que nos lleven al mutuo respeto y a la comunicación intercultural. La construcción de la identidad individual constituye un trabajo laborioso que se va volviendo complejo.
El respeto a la diversidad es una habilidad profundamente interpersonal, y se puede definir como el entendimiento de que las personas participan paritariamente en un mundo ético común, en virtud de su condición humana, al tiempo que se reconoce la singularidad y diferencias de cada individuo.
Identidad en el ámbito empresarial
En el ámbito empresarial, la identidad es el ADN del emprendedor, del empresario o del dueño del proyecto; refiere a quienes somos, más allá de lo que profesional o laboralmente hacemos. Es una pregunta difícil de responder, porque no estamos hablando de visión, ni de misión, ni de propósito, pero la respuesta sí complementa y completa todos estos conceptos.
Identidad organizacional
La identidad organizacional, es “aquello que los miembros de una organización perciben, sienten y piensan acerca de la institución, y se asume como una construcción colectiva, comúnmente compartida por todos sus integrantes”.
La identidad organizacional existe siempre, es algo que fluye en el día a día y trabaja sobre los aspectos sutiles de la organización, aspectos poco visibles que son, también, poco tenidos en cuenta y que, sin embargo, son los aspectos más sensibles que marcan el factor diferencial y la habilidad distintiva de la organización. Se construye con base en atributos que resultan fundamentales tanto para sus miembros como para la organización en su conjunto. Son todas aquellas características únicas que la describen y que reflejan el sentido de lo que somos como organización, considerando su pasado, presente y su futuro.
Al estar relacionada con el sentido de pertenencia, la identidad organizacional brinda a los colaboradores bases cognitivas y emocionales que fortalecen los lazos psicológicos con la organización, reforzando de esta forma el compromiso de las personas con su trabajo, con el equipo y con la estrategia. Cuando las personas sienten identificación con la organización como entidad, se crea un deseo voluntario de pertenecer a ella, que genera en las personas una experiencia de seguridad y congruencia resultando en lealtad y reciprocidad hacia la misma.
La cultura es la “personalidad” de la organización y se constituye de creencias, ritos, tradiciones, estilos de trabajo, valores y demás aspectos únicos para la organización que la distingue de otras. En este sentido, la identidad organizacional es la interpretación y valoración que hacen los miembros de todos estos aspectos con base en el contexto cultural, lo que permite darles un significado, que luego pueden relacionar con la misma identidad personal. De esta forma, la identidad organizacional se constituye en el puente entre cultura y personas, lo que da como resultado la construcción de un pacto cultural que les permite a los colaboradores analizar su percepción sobre sí mismos, la relación con su entorno y la relación entre ellos mismos y la organización.
Al ser un aspecto compartido por las personas, que incluye valores, filosofía y estilos de trabajo, la identificación organizacional estimula la colaboración y la voluntad de las personas para trabajar con mayor cercanía hacia el logro de los objetivos establecidos. Al tener claro quiénes somos como organización, se puede iluminar aún más la visión, la misión y el propósito, haciendo que el proceso de toma de decisiones sea cada vez más colaborativo. Además, se maximiza la confianza, favoreciendo de esta manera las relaciones interpersonales, resultando en un cumplimiento efectivo de los objetivos y mejorando el desempeño.
Se puede concluir que la identidad organizacional es la esencia de la organización, es la manera en que sus colaboradores, sus clientes, otras organizaciones y demás partes interesadas la identifican.
Identidad cultural
La identidad cultural es un conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia.
El concepto de identidad es fundamental para comprender la situación intercultural. Utilizado en otro tiempo, principalmente desde un punto de vista psicológico, aparece hoy por todas partes y para explicar las situaciones más diversas. El particular interés que ha adquirido la noción de identidad a partir de 1950, refleja las preocupaciones del mundo moderno. Esta noción se ha impuesto a causa de los importantes cambios culturales provocados por las profundas modificaciones en la sociedad. La globalización de la economía, el establecimiento de un modelo económico único que funciona sobre los principios de racionalidad y de eficacia y la introducción de nuevas tecnologías y de medios de comunicación, son el origen de grandes cambios en las sociedades actuales. La sociedad occidental ha pasado de una forma comunitaria a otra en la cual el individuo es el centro. El individualismo es uno de los cambios más importantes de nuestra época (antiguamente la alternativa de comportamientos era menos amplia y las reglas de conductas eran más claras -y más rígidas).
Conclusiones
- La identidad es un conjunto de atributos personales. Es la parte reactiva de la persona en las actitudes de los demás. Es, por decirlo de alguna manera, la parte originalísima que la persona aporta a través de sus respuestas, en su interacción con los otros.
- La identidad es un sentimiento importante, porque nos proporciona pertenencia. Cada ser humano tiene una identidad única e irrepetible.
- La identidad es una estructura dinámica que se encuentra en continua evolución. En definitiva, en el transcurso de nuestra vida, nuestra identidad es constante a la vez que cambiante. El sentimiento de identidad permanece en tanto que el sujeto consigue dar a la alteración el sentido de continuidad.
- La identidad es la síntesis que cada uno hace de los valores y de los indicadores de comportamientos transmitidos por los diferentes medios a los que pertenece. Integra esos valores y esas prescripciones según sus características individuales y su propia trayectoria de vida.