Deuda ecológica
La Deuda Ecológica es la responsabilidad que tienen los países industrializados por la destrucción paulatina del planeta como efecto de sus formas de producción y consumo, características del modelo de desarrollo, fortalecido con la globalización y que amenaza a la soberanía de los pueblos.
La Deuda Ecológica es la obligación y responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte con los países del Tercer Mundo, por el saqueo y usufructo de sus bienes naturales como petróleo, minerales, bosques, biodiversidad, conocimientos, bienes marinos y por el uso ilegítimo de la atmósfera y los océanos.
Por el intercambio ecológicamente desigual, pues estos bienes son exportados sin tomar en cuenta los daños sociales y ambientales y la energía humana de sus pueblos.
Además, por la producción de armas químicas y nucleares, substancias y residuos tóxicos que son depositados en los países del Tercer Mundo.
La Deuda Ecológica empezó a generarse en la época colonial y ha seguido incrementándose hasta nuestros días.
Esta destrucción social y ambiental, local y global, enriquece a pequeños grupos económicos poderosos y alimenta un modelo de desarrollo basado en el despilfarro y el consumo exacerbado. Según datos de las Naciones Unidas, el 20% de la población, la mayoría en países del Norte, consume el 80% de los bienes naturales del planeta.
Efectivamente el nivel de vida que ostentan los países industrializados del Norte se debe al inmenso flujo de bienes naturales, recursos financieros y trabajo mal pagado de los países del Tercer Mundo, sin tomar en cuenta los daños sociales y ambientales que la extracción de estos bienes generan.
Este modelo industrializado es subsidiado por los países empobrecidas del Sur.
Estimaciones realizadas en 1997 indican que el conjunto de los servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas para todo el planeta se acercan a un valor promedio anual aproximado de 33 trillones de dólares.
Si comparamos esta cifra con la del Producto Bruto Interno del planeta estimado para ese año: 18 trillones de dólares, podemos hacernos una idea de lo que los sistemas ecológicos suponen para la economía y el enorme desafío que va a representar tener que incorporar en algún momento estos costos a los precios de los productos y servicios.
Un estudio reciente llevado a cabo por un equipo internacional de científicos y economistas, coordinados por la Universidad de Cambridge y la Royal Society for Protection of Birds (RSPB), estima que cada año la humanidad tiene que aportar unos 250 billones de dólares adicionales debido a la pérdida de los servicios que la naturaleza nos aporta gratuitamente.
Asímismo, concluye que con menos de 50 billones de dólares al año 2 podríamos proteger los servicios de los ecosistemas, que nos están generando 5 trillones de dólares al año. Ésto significa que con menos de un 1/16 del presupuesto mundial en gastos militares podríamos proteger de manera efectiva la naturaleza del planeta (Balmford et al., 2002).