Principio de ejemplaridad
La responsabilidad del ejemplo concierne a todos los hombres por igual, porque vivimos en una red de influencias mutuas de la que no podemos escapar: todos somos ejemplares para todos. Pero es indudable que la responsabilidad de la ejemplaridad pesa especialmente en las personas públicas. Debe comenzar "desde arriba", esto es, desde quienes tienen mayor poder y responsabilidad, empezando por el Estado y el sector político, y llegar hasta los ciudadanos. Las correcciones, cambios, actitudes ejemplares deben brillar desde los lugares más altos de todos los espacios de poder, para que el resto los vea, los valore, y finalmente los siga.
Para el filósofo Javier Gomá que ha escrito sobre la "ejemplaridad pública", este concepto no se refiere solo a cargos públicos, ni afecta únicamente a las élites. No es aristocrático; es democrático. La ejemplaridad tiene que ver, sencillamente, con eso tan difícil que resulta inspirar confianza. Cicerón la definía como una uniformidad de vida. En este sentido, según el ensayista, lo público y lo privado deben convivir. "Existen múltiples ejemplos de la vida pública que tienen su explicación en lo privado. A lo mejor un ciudadano o un cargo cumplen la letra de la ley pero no su espíritu hasta un punto que sus acciones puedan resultar repugnantes para la sociedad".