Proceso de toma de decisiones participativo
Hasta hace pocos años, la participación comunitaria en el desarrollo económico y social era un tema altamente polémico, objeto de fuertes controversias, fácilmente susceptible de rápidos etiquetamientos ideológicos. Una de sus descalificaciones más frecuentes era considerarla parte del reino de las “utopías”, sin sentido de realidad.
Sin embargo, en la actualidad gran parte de los organismos internacionales de mayor peso están adoptando la participación como estrategia de acción en sus declaraciones, proyectos, e incluso en diversos casos institucionalizándola como política oficial.
Ya desde años anteriores las Naciones Unidas integró la promoción de la participación como un eje de sus programas de cooperación técnica en el campo económico y social. En los informes sobre desarrollo humano que viene publicando desde 1990 y que examinan problemas sociales fundamentales del planeta, indican en todos los casos a la participación como una estrategia imprescindible en el abordaje de los mismos.
Una participación social amplia implica los siguientes aspectos:
• La incorporación de la población en la discusión, decisión, sostenimiento, realización y control de los proyectos para el desarrollo local, especialmente en aquellos en los que, como segmento específico, se encuentren más directamente implicados.
• La incorporación de los pobladores locales en la definición de sus gobiernos locales y en su fiscalización.
• La realización de estos procesos de manera organizada, o crecientemente organizada, sin implicar desgastes organizacionales ni disipación de capital social.
Participar es un concepto complejo y dinámico que remite más a un proceso que a un estado o a una meta, por lo que podría hablarse de niveles de participación. Pero también la participación puede ser un medio para alcanzar una meta, lo cual incluye la formación de líderes para mejorar y agilizar la eficacia de un proyecto, y es un fin en sí mismo en cuanto fortalece la autoestima de la población al proporcionarle un control sobre los actos comunitarios y sus gobiernos.
Este tema ligado a la formación de líderes y la autogestión del gobierno ocupa actualmente un lugar relevante, ya que da cuenta de una relación estado- sociedad diferente, donde el individuo deja de ser objeto para transformarse en sujeto que participa en la construcción de sociedades democráticas.
En cualquier caso, la participación debe sujetarse a principios democráticos que incluyan a las minorías mediante procedimientos que garanticen que las opiniones mayoritarias no "sometan" a las minorías, ni se impongan sobre ellas. No se trata, por lo tanto, de ser tolerante con las opiniones minoritarias, sino de incluirlas en un procedimiento que las integre de manera sistemática, como mecanismos sinérgicos de mejoramiento de las propuestas y proyectos.
Participar es mucho más que votar: es preguntarle al otro qué necesita, porque la solución a nuestros problemas está en las capacidades instaladas en cada uno de nosotros, y de los otros, para resolverlos.
Por tanto, podemos decir que la participación es:
• Un proceso activo encaminado a transformar las relaciones de poder, que tiene como intención estratégica incrementar y redistribuir las oportunidades de los actores sociales de ser parte en los procesos de toma de decisiones.
• Un ejercicio que brinda los medios para intervenir en el desarrollo y permite ir creando espacios, para influir en las decisiones que afectan la vida.
La base orgánica para lograrla son las agrupaciones humanas organizadas a través de diferentes formas de asociación y colectivos. Ellas suponen una necesidad y una voluntad comunes formalizadas para alcanzar un propósito, conducirse a sí mismas, y, sobre todo, relacionarse con los demás y lograr lo que se proponen. En estas organizaciones o agrupaciones se despliegan de manera orgánica tácticas y estrategias que buscan soluciones; se toman decisiones y se generan actividades; se establecen normas y se conjugan intereses hasta alcanzar altos niveles de consenso.