Licencia social
La licencia social es una medida que nació gracias a una iniciativa de Naciones Unidas en 2004. En ella instaba a las empresas, principalmente de los sectores extractivos, a hacer partícipes de sus proyectos a los pueblos indígenas de los territorios en los que operaban y a contar con su consentimiento antes de ponerlos en marcha. El beneplácito debía ser libre, previo e informado.
Naciones Unidas pretendía recordar que no basta con la legitimidad legal para que se desarrolle una actividad, sino que es imprescindible la legitimidad social de sus afectados.
Desde entonces, la licencia social para operar empezó a aplicarse sobre todo en actividades que implicaban un gran impacto medioambiental o riesgos de seguridad. Aunque no existe una lista de requisitos a cumplir ya que depende de las opiniones, creencias y percepciones de cada comunidad, hoy los estándares en las exigencias de este concepto son cada vez más rigurosos, ya que existe mayor transparencia en las empresas a la hora de autoevaluarse y más conocimiento por parte de la población de los derechos que les protegen.
Esta medida ofrece ventajas en dos direcciones: las comunidades afectadas valoran de qué manera puede beneficiarles o perjudicarlas una obra y pueden participar en cómo se desarrolla; y las empresas aseguran el desarrollo de sus planes sin conflictos ni descontentos sociales.
La licencia social se define como existente cuando un proyecto tiene la aprobación continua dentro de la comunidad local y otras partes interesadas.
Es un activo intangible, a menos que se haga un esfuerzo para medir las creencias, opiniones y percepciones. Por lo tanto, la licencia social debe ser obtenida y luego mantenida.
Obtenerla y otorgarla
Una empresa puede tener una licencia social para una operación pero no para otra. Además, cuanto más expansivos sean los impactos sociales, económicos y ambientales de un proyecto, más difícil será obtener y mantener la licencia social.
Por ejemplo, un pescador independiente que es miembro de un grupo indígena, normalmente obtendrá una licencia social automática de su comunidad. Una empresa minera que desea reubicar un pueblo entero enfrenta un desafío mucho mayor.
Aunque la licencia la otorga la comunidad, en la mayoría de los casos es más preciso describir a la entidad otorgante como una “red de partes interesadas” en lugar de una comunidad.
Al llamarla red, se destaca la participación de grupos u organizaciones que podrían no formar parte de una comunidad geográfica.
Asimismo, llamarlas partes interesadas significa que la red incluye grupos y organizaciones que se ven afectadas por la operación o que pueden afectar la operación.
Por ejemplo, los rancheros que tendrían que aceptar un intercambio de tierras que involucra parte de sus zonas de pastoreo, se verían afectados por una operación minera propuesta.
En contraste, un grupo paramilitar de insurgentes o un grupo ambientalista internacional que criticara el sitio del proyecto, cada uno a su manera, tendría efectos en la operación de la minera. Ellos también serían partes interesadas.
De ahí la gran importancia de la licencia social.
¿Qué constituye la licencia social?
Más de quince años de investigación y experiencia han permitido reconocer que los componentes normativos de la licencia social comprenden las percepciones de la comunidad y las partes interesadas, la legitimidad y credibilidad social del proyecto, y la presencia o ausencia de verdadera confianza.
Estos elementos se adquieren secuencialmente y son acumulativos en la construcción de la licencia social. El proyecto debe considerarse legítimo antes de que la credibilidad sea valiosa, y ambos deben darse antes de que se pueda desarrollar una confianza significativa.
En la práctica, la ausencia de legitimidad conduce al rechazo de un proyecto, mientras que la legitimidad y credibilidad conducen a la aceptación de un proyecto, lo que deja claro que un alto nivel de credibilidad y de confianza son las bases para la aprobación.
El nivel más importante de licencia social, que es la copropiedad, solo puede ocurrir cuando existe un alto nivel de confianza.
Componentes de la licencia social
La licencia social tiene mucho que ver con el diálogo con las comunidades, con el saber escuchar. Hay cuatro premisas que la componen:
• Legitimidad social: La legitimidad social se basa en normas establecidas por la comunidad a la que se va a afectar, que pueden ser legales, sociales y culturales, y de naturaleza tanto formal como informal. Las empresas deben conocer y comprender las normas de la comunidad y poder trabajar con ellas, ya que representan las “reglas del juego” locales. De lo contrario, corren el riesgo de ser rechazadas.
En la práctica, la base inicial para la licencia social proviene del compromiso con todos los miembros de la comunidad y el suministro de información sobre el proyecto, la empresa y lo que puede suceder en el futuro. Luego, deben responder también a todas las preguntas que se le realicen.
• Credibilidad: La capacidad de ser creíble de la empresa se crea mediante la transparencia, la veracidad y coherencia de la información que proporciona y, sobre todo, el cumplimiento de los compromisos contraídos con la comunidad. La credibilidad a menudo se establece y mantiene mejor aplicando acuerdos formales, en que se negocian, definen y consolidan las reglas, roles y responsabilidades de la empresa y la comunidad. Dicho marco ayuda a gestionar las expectativas y reduce el riesgo de perder credibilidad al ser percibido como un incumplimiento de las promesas hechas.
• Confianza: La confianza es una relación que requiere tiempo y esfuerzo para posibilitar un diálogo de calidad y duradero en el tiempo y la generación de valor compartido. La verdadera confianza proviene de experiencias compartidas. El desafío para la empresa es ir más allá de las transacciones con la comunidad y crear oportunidades para colaborar, trabajar juntos y generar las experiencias compartidas que permitan que la confianza entre las partes pueda crecer.
¿Cuáles son los principales desafíos para obtener la licencia social?
A pesar de la importancia de la licencia social, las dificultades surgen con mayor frecuencia cuando las empresas no pueden o no quieren hacer la inversión nominal para hacer que las cosas funcionen.
Uno de los problemas más frecuentes es que la empresa muchas veces considera que la licencia social se obtiene mediante la realización de una serie de tareas o transacciones, mientras que la comunidad otorga la licencia basándose en la calidad de la relación, lo que evidencia un desajuste cultural que corre el riesgo de hacer fracasar la operación.
Los errores que suelen cometer las empresas son:
• Confundir aceptación con aprobación; cooperación con confianza y credibilidad técnica con credibilidad social.
• No entienden a la comunidad local y las “reglas del juego” locales, por lo que no pueden establecer una legitimidad social.
• Retrasan el compromiso de las partes interesadas.
• No pueden asignar tiempo suficiente para construir relaciones.
• Socavan su propia credibilidad al no proporcionar información confiable o, más frecuentemente, al no cumplir con las promesas hechas a la comunidad.
• No respetan y escuchan a la comunidad.
• Subestiman el tiempo y el esfuerzo requerido para obtener la licencia social.
• Sobrestiman (o, peor, asumen) la calidad de la relación con la comunidad. • ¿Se puede medir la licencia social?
La licencia para operar es dinámica, es decir, necesita de la renovación y aprobación continua por parte de la comunidad y no debe verse como un trámite a realizar sólo al comienzo del proyecto. Se ha desarrollado sin embargo un instrumento que utiliza una serie de indicadores para medir el nivel de la licencia social que existe en cualquier momento en términos de:
• Rechazo
• Aceptación
• Aprobación
• Copropiedad
Sin embargo, la importancia de la licencia social y su calidad son dinámicas, ya que responden a los cambios en las percepciones con respecto a la empresa y al proyecto, y también son susceptibles a influencias externas. Por lo tanto, tiene que ser un esfuerzo mantenido.