La sombra
Una sombra es una imagen oscura que proyecta un cuerpo opaco sobre una superficie al interceptar los rayos de luz, una región de oscuridad donde la luz es obstaculizada, o se esconde, dejando un tono negruzco. Ocupa todo el espacio detrás de un objeto, es más, es el mismísimo objeto opaco con o sin una fuente de luz frente a él.
La sombra como arquetipo
La sombra es uno de los arquetipos principales de lo inconsciente colectivo según la psicología analítica de Carl Gustav Jung.
Jung utilizó este término de dos modos diferentes:
- Por un lado, se puede definir como la totalidad de lo inconsciente. Del mismo modo que Freud define inicialmente el inconsciente como todo aquello que cae fuera de la consciencia, Jung mantiene el mismo postulado adaptándolo a su propio corpus teórico, en el que el inconsciente tiene, además de la dimensión personal, una colectiva (inconsciente colectivo).
- En segunda instancia, sombra designa al aspecto inconsciente de la personalidad, caracterizado por rasgos y actitudes que el yo consciente no reconoce como propios.
En este segundo sentido, la sombra es la parte inferior de la personalidad, la suma de todas las disposiciones psíquicas personales y colectivas que no son asumidas por la consciencia por su incompatibilidad con la personalidad que predomina en nuestra psique. Estos contenidos rechazados no desaparecen, y cuando cobran cierta autonomía se constituyen en un agente antagonista del yo, que mina los esfuerzos de éste.
En el nivel del inconsciente personal, la sombra pertenece al Yo. En el nivel de lo inconsciente colectivo representa un arquetipo autónomo, y por tanto independiente del yo fáctico.
Uno no se ilumina imaginándose figuras de luz, sino tornando la oscuridad consciente.
Dado que la sombra representa nuestros impulsos más primitivos, nuestra faceta instintiva animal como sumatorio de todo nuestro pasado evolutivo, las dificultades vitales encontradas generalmente en hombres y mujeres pueden deberse:
- O bien a una omisión o supresión de la sombra, imposibilidad que degenera en una revuelta de aquello que se pretende eliminar.
- O por el contrario, y desde el otro extremo, a una identificación con el arquetipo, con lo que el yo queda a merced de la tempestad de lo inconsciente como el resquebrajado muro de una presa ante el desbordamiento del embalse que pretende vanamente contener.
Una sombra es una imagen oscura que proyecta un cuerpo opaco sobre una superficie al interceptar los rayos de luz, una región de oscuridad donde la
De ahí que, como parte fundamental de toda analítica, se retome la sana virtud de volver al punto medio entre dos extremos: en este caso, el devenir consciente de la sombra.
“La figura de la sombra personifica todo lo que el sujeto no reconoce y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza, directa o indirectamente, así por ejemplo, rasgos de carácter de valor inferior y demás tendencias irreconciliables”.
“La sombra es...aquella personalidad oculta, reprimida, casi siempre de valor inferior y culpable que extiende sus últimas ramificaciones hasta el reino de los presentimientos animales y abarca, así, todo el aspecto histórico del inconsciente”.
La sombra se mostraría simbólicamente a través de representaciones tales como la serpiente, el dragón, los monstruos y demonios, entre otras muchas, y existiría tanto una sombra de carácter individual como una sombra colectiva.
Finalmente, y como consecuencia de lo expuesto, fundamentalmente derivado de la idea de la inclusión de los opuestos en la totalidad, Jung alude al cristianismo como excepción irresuelta ante la problemática del mal:
La contraposición de lo luminoso y bueno, por un lado, y de lo oscuro y malo, por otro, quedó abandonada abiertamente a su conflicto en cuanto Cristo representa al bien sin más, y el opositor de Cristo, el Diablo, representa el mal. Esta oposición es propiamente el verdadero problema universal, que aún no ha sido resuelto.
La sombra en la ficción
En la novela Peter Pan el protagonista pierde su sombra: se le desprende cuando salta por la ventana y esta se cierra de golpe tras él. La guardan en un cajón y luego Wendy se la vuelve a coser.
En muchos juegos fantásticos, se identifica la sombra generalmente como la fuente de las artes oscuras y la magia negra. Se dice, sobre todo en este género, que las sombras son las almas desviadas de gente que ha perdido la vida trágicamente, o que no fueron aceptadas en el cielo ni en el infierno.
Sin embargo, otras creencias dicen que las sombras no hacen más que reflejar el yang de la persona y en ocasiones si la persona no es pura (bondadosa) reflejan su yin (la parte de la persona que permanece oprimida, su otra esencia); por eso son la otra parte de la persona.
En la novela Jack of Shadows de Roger Zelazny, el protagonista tiene una habilidad única para manipular mágicamente las sombras.
En la serie de Novelas de Ámbar, también de Zelazny, la sombra es una sustancia metafísica en la que pueden existir todos los universos posibles, si una persona que cumpla ciertos criterios desea viajar a ellos.
En El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, Mordor es la tierra “donde mueren las sombras”.
En la serie de Manga y Anime One Piece durante la saga de Thriller Bark aparece un enemigo, el Shichibukai Gecko Moria, quien es capaz de arrebatar las sombras de la gente y con ellas insuflar vida a cadáveres.
En el manga y animé de Naruto, se muestra a un clan que puede manipular las sombras, el personaje más relevante dentro de este clan en la historia es Shikamaru Nara capaz de usar técnicas paralizando al enemigo con su sombra.
En la serie conocida como Sakura Card Captor se muestra una carta llamada sombra, la cual es capaz de envolver a los enemigos y a su vez levantar objetos. Esta carta es capturada por Sakura.
En el manga y animé InuYasha hay en un capítulo donde aparece un demonio que es capaz de paralizar a las personas lanzando una vara a sus sombras. Sin embargo este muere a manos de Inuyasha y Kagome.
La proyección de la sombra
Prefiero ser un individuo completo antes que una buena persona – Carl Jung
Tu sombra – el lado oscuro del yo – te hace ver aquello que detestas en ti y que, de alguna forma, maquillas o entierras sobre más y más capas de ignorancia hasta que se convierten en “inconsciencia”.
Recuerda, de que formas has intentado negarla, rechazarla, repararla, sanarla o reprimirla. Toma conciencia de cuánta energía has dedicado a intentar no ser ella. Y aunque ya no recuerdas cómo empezó a fraguarse, has trabajado muy duro para mantenerte de una pieza y que no se note. Te has creado una máscara hacia fuera para esconder lo de dentro.
¿No es agotador? Todas esas máscaras, la manipulación, las buenas intenciones…
Los demonios de tu sombra, siguen ahí esperando a que les pongas rostro. Algunos mutan de apariencia según la ocasión. A veces tienen cara de soledad crónica, otras de psicópata que quiere matar a todos “para que paguen” por el abandono y el maltrato en tu niñez. Los hay que aparecen vestidos de miedo por el que dirán y otros se travisten de envidia por una vida aburrida y sin sustancia.
También son demonios: esa persona que evitas, esa conversación que tienes que tener, ese pecado que no confiesas o que no te perdonas, esa tarea que no has hecho, esa furia que estalla sin razón aparente, el comentario racista o clasista, las creencias heredadas, ese apego infantil, ese vicio que tienes, esa necesidad de aprobación, esa fijación obsesiva… Tus demonios internos son muchas cosas.
En la vida, todo aquello que negamos también lo estamos afirmando. Cada vez que dices “yo no soy esto”, estás ignorando que también “eres aquello”.
La sombra siempre se esconde de sí misma. Por eso, usas inconscientemente la proyección como mecanismo de defensa para poner afuera lo que no quieres ver en ti. Así, las personas que aparecen en tu vida se convierten en pantallas de cine donde puedes ver reflejadas tus películas internas. Ves en los demás lo que lo que no quieres ver o reconocer. Sólo falta darte cuenta de que eso que ves eres tú. Es tu reflejo. Eso que veo en el otro también soy yo y el efecto que me produce, el rechazo, el miedo, la rabia, el dolor, la risa, el amor ocurre porque me estoy viendo a mí mismo.
Es justamente tu sombra la que te hace repetir situaciones, dramas y patrones una y otra vez. Como cuando dejas a un jefe déspota y te encuentras con otro villano. O cuando sales de una relación tóxica y acabas en otra peor. O cuando no te quieres y por eso te rechazan…
Así que tanto da el quién y el cómo, porque el qué está dentro tuyo. Por mucho que busques al enemigo fuera, tus demonios son tuyos, están ahí por ti.
Freud y Jung tenían razón en que no podemos escapar de los demonios hasta que no los hagamos conscientes. Ellos, al sentirse reprimidos, no harán otra cosa que tratar de salir para equilibrar todo el sistema. Si no lo logran, explotarán de maneras que nos sorprenderán, y que, quizás, nos darán una versión de nosotros mismos que desconocemos, pero que quizás nos asquee.
Por eso te piden un infierno más grande cuando ya no caben, cuando ya no tienen suficiente espacio. Quieren un infierno más grande porque tú los haces engordar, porque no los reconoces.
Un infierno tan grande que, si no dedicas tu atención, te será difícil encontrar el camino de regreso cuando lo visites.
No esperes a que la sombra salga a la superficie descontrolada en forma de crisis, angustia, depresión o falta de sentido de la existencia. Ahora es el momento de enfrentarte contigo mismo. De preguntarte qué papel juegan tus acciones y tu forma de ser en las dificultades que estás viviendo.
Porque ocultar un problema no es solucionarlo. En lugar de huir, deja de alimentar lo que te persigue. Recuerda que el único monstruo invencible es el no aceptado.
Hazte un favor y saca a pasear la sombra que llevas dentro o se convertirá en tu monstruo. El simple hecho de dedicarle tu atención le va a suministrar una luz que hará que mengüe.
Como decía Jung, “uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”. Por tanto, quien mira hacia adentro, despierta.
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