Eco-eficiencia

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Eco-eficiencia

En la Cumbre de la Tierra de 1992 que se celebró en Río de Janeiro, el filántropo y empresario suizo Stephan Schmidheiny (quien esa ocasión oficiaba como consejero del secretario general) convocó a cincuenta líderes empresariales de todo el mundo para conformar el Business Council for Sustainable Development, con el propósito de determinar qué podía hacer el empresariado para avanzar en el camino del desarrollo sostenible. En esta tarea, descubrieron que la eficiencia era un común denominador del crecimiento económico y la protección de los recursos naturales, lo que motivó que entre otras cosas acuñaran el término “eco-eficiencia”, creado por el ingeniero suizo Frank Bosshardt, que fue plasmado en el libro Cambiando el rumbo.

Eco-eficiencia significa básicamente agregar más valor a un bien o servicio, utilizando menos recursos naturales y produciendo menos desperdicio y contaminación. El prefijo “eco” hace referencia tanto a la economía como a la ecología.
El concepto de "eco-eficiencia" comprende la dimensión ética de la actividad empresarial y ha inspirado y guiado a líderes de diferentes ámbitos y sectores, fomentando la armonía entre las actividades económicas y los ecosistemas naturales.

A pesar de ser un concepto reciente y aún en etapa evolutiva, la ecoeficiencia es una visión a futuro que ha irrumpido con fuerza en el ámbito empresarial mundial, y que cuenta con el potencial de ser el instrumento fundamental con el que las empresas pueden contribuir a la implementación del desarrollo sostenible: satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.

La ecoeficiencia debe considerarse ante todo como una cultura administrativa que guía al empresariado para asumir su responsabilidad con la sociedad, y lo motiva para que se vuelva más competitivo, impulse una innovación productiva en su negocio y adquiera una mayor responsabilidad ambiental. A diferencia de lo que pudiera pensarse, las empresas no necesitan hacer un lado sus actuales prácticas y procesos de producción para convertirse en empresas ecoeficientes; por el contrario, la ecoeficiencia motiva una innovación empresarial para adaptar y readecuar los sistemas productivos existentes a las necesidades del mercado y del medio ambiente, y de esa forma consolidar niveles más altos de desarrollo económico, social y ambiental. La implementación de un programa efectivo de ecoeficiencia tiene como resultado la consecución conjunta de una excelencia empresarial y una excelencia ambiental.

Durante la última década, muchas compañías han tenido ganancias muy importantes al mismo tiempo que redujeron sus desechos y la contaminación ambiental; esto prueba que elevar los estándares ambientales no tiene por qué reducir las ganancias. Sin embargo, y a pesar de que en tal sentido el progreso ha sido importante, en un mundo donde la población y el consumo se encuentran en constante crecimiento, nuestros esfuerzos deben redoblarse.