Autodisciplina

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Se refiere a la capacidad de la persona para llevar a cabo una determinada tarea o para adoptar un determinado comportamiento,​ incluso si esa persona preferiría estar haciendo otra cosa. Por ejemplo, esforzarse por (y lograr) sustituir un hábito perjudicial (para esa persona o para los demás) por cualquier actividad (placentera o no) que contribuya a la mejora de su calidad de vida (o la de los demás) es una muestra de autodisciplina.

La autodisciplina es, en cierta medida, un sustituto de la motivación, cuando utiliza la razón para determinar el mejor curso de acción que se opone a los deseos de uno. Sin embargo, la autodisciplina puede originar dos tipos de comportamientos:

- Comportamiento virtuoso: las motivaciones están alineadas con los objetivos: hacer lo que uno sabe que es mejor y hacerlo con mucho gusto.

- Comportamiento contingente, por el contrario, es cuando uno hace lo que sabe que es lo mejor, pero debe hacerlo oponiéndose a las motivaciones propias.

Trasladarse de un comportamiento contingente a un comportamiento virtuoso requiere un entrenamiento y algo de autodisciplina.

Cuando se habla de autodisciplina en muchas ocasiones se identifica con éxito personal porque se establece que es la forma de lograr los objetivos que una persona se ha fijado.

De esta manera, se establece que este tipo de disciplina propia se sustenta en una serie de principios o de reglas básicas como son la fuerza de voluntad, la persistencia, el trabajo duro, la aceptación y la laboriosidad.

Beneficios de la autodisciplina

  • La autodisciplina, también llamada “fuerza de voluntad”, conlleva trabajar de forma constante para lograr los objetivos propuestos, así como sacrificios y esfuerzos que quizá no siempre estamos dispuestos a asumir.
  • Resulta fundamental para cultivar el autocontrol y dejar a un lado la procrastinación y la frustración para sustituir los hábitos personales y adaptarse a los posibles cambios.
  • Nos enseña a sobreponernos a las adversidades, buscar la motivación para llevar a cabo nuestros planes y comprometernos con nuestro proyecto. Es decir, consiste en “hacer lo que debemos hacer, incluso cuando no sea lo que queremos hacer”. La constancia y la paciencia son el motor de la autodisciplina.
  • Nos permite conocer nuestras habilidades y competencias, así como nuestras debilidades, y nos impulsa a mejorarlas de manera constante, con el propósito de alcanzar el objetivo.
  • Ayuda a controlar los impulsos y emociones y tomar decisiones más racionales, lo que permite resistir a la tentación y mantener un enfoque a largo plazo.
  • Aumenta la productividad, ya que, al evitar las distracciones, podemos establecer de manera adecuada las prioridades, tener un mayor orden y gestionar mejor el tiempo. Esto, a su vez, se traduce en un mayor rendimiento.