Economía del bienestar
La economía del bienestar es una rama de las ciencias económicas y políticas que trata de cuestiones relativas a la eficiencia económica y al bienestar social. Analiza el bienestar general –cualquiera que sea su medida– en términos de las actividades económicas de los individuos que conforman una sociedad. Tales individuos –junto a sus actividades económicas– son la unidad básica de interés: sin bienestar de los individuos, no puede haber bienestar social.
Así, por ejemplo, Timothy John Besley postula que: “La economía del bienestar provee las bases para juzgar los logros del mercado y de los encargados de decisiones políticas en la distribución o asignación de los recursos”. La Universidad de California, Berkeley la define como una aproximación metodológica para juzgar la asignación de recursos y establecer criterios para la intervención gubernamental”, mientras que el Departamento de análisis económico de la Universidad de Zaragoza refiere que “la Economía del Bienestar es la rama de la microeconomía que se ocupa de explicar el nivel de bienestar colectivo de que disfruta una sociedad, y que trata de dar respuesta a las siguientes cuestiones: Una vez alcanzada la asignación de recursos correspondiente a la situación de equilibrio, ¿qué podemos decir de las propiedades de optimización desde el punto de vista social?, ¿será dicha asignación la mejor de todas las posibles para la sociedad? En definitiva, se trata de abordar la valoración de una determinada situación social desde el punto de vista colectivo, para lo cual es necesario contar con algún criterio de elección social".
Consideraciones generales
Bienestar social se refiere al bienestar general de la sociedad. Con postulados o asunciones lo suficientemente fuertes o generales, este bienestar puede ser especificado como la suma del bienestar de todos los individuos en una sociedad. Puede ser medido ya sea cardinalmente (en término de utilidades o dinero) u ordinalmente (en términos de eficiencia de Pareto). El método cardinal de utilidades es raramente empleado en teoría pura debido a problemas de agregación que lo hacen impreciso y dudoso, excepto en percepciones muy generales que han sido ampliamente cuestionadas.
Desde un punto de vista práctico, la economía del bienestar analiza el bienestar general –cualquiera que sea su medida– en términos de las actividades económicas de los individuos que conforman una sociedad.
Desde el punto de vista ordinal, la economía del bienestar en general acepta las preferencias individuales como una referencia básica y propone el mejoramiento del bienestar –en términos de eficiencia de Pareto– desde una situación A a una B si por lo menos una persona prefiere B y ningún otro se opone. No hay necesidad de una “unidad cuantitativa” única o general del mejoramiento del bienestar.
Otra aproximación en la disciplina trata de unificar ambas visiones, utilizando la equidad –medida en términos de distribución de ingresos y acceso a bienes y servicios– como una dimensión extra del bienestar.
A partir de los 1980, los economistas del bienestar han estado interesados en aproximaciones y problemáticas nuevas. Entre ellas se encuentra la “aproximación de la capacidad", que ha sido particularmente tenida en cuenta en los círculos interesados en problemas de desarrollo, en los cuales un énfasis sobre el análisis multidimensional ha dado forma al concepto de Índice de desarrollo humano. Otros economistas se han interesado en utilizar “satisfacción con la vida” a fin de medir lo que Daniel Kahneman llama “utilidad experimentada”.
En esos desarrollos jugó un papel de importancia el trabajo del economista Tibor Scitovsky, quien afirma que bienestar ha sido confundido con “consumo” y, consecuentemente, con crecimiento económico, pero que el progreso humano debe ser medido también desde la perspectiva de la calidad. Scitovsky argumenta que el bienestar o placer derivado del consumo es un compuesto de varios elementos, entre los cuales un sentido de logro y desarrollo personal jugarían un papel mayor. Sostiene a su vez que muchas sociedades pueden obtener un consumo de mejor calidad con menos recursos que otras, las que poseyendo muchos más recursos, solo logran calidades de consumo inferior.
Bienestar y eficiencia
A pesar que se considera que las economías poseen “eficiencia distributiva” cuando los bienes que se producen son distribuidos a las personas que obtienen el máximo de utilidad de ellos, muchos economistas prefieren utilizar el concepto de eficiencia de Pareto como la meta adecuada de eficiencia. De acuerdo a esta medida de bienestar social, una situación es óptima cuando la situación de nadie se puede mejorar sin hacer que algún otro este peor.
Esta eficiencia de Pareto solo se puede lograr si se satisfacen los siguientes cuatro criterios:
• La relación marginal de sustitución (RMS) en el consumo es idéntica para todos los consumidores. Esto sucede cuando ningún consumidor puede obtener más sin deprivar a algún otro.
• La relación marginal de transformación en la producción es idéntica para todos los productos. Esto sucede cuando es imposible incrementar la producción de un bien sin disminuir la de algún otro.
• El costo marginal del recurso es igual al ingreso marginal del producto para todos los procesos productivos. Esto sucede cuando el producto físico marginal de un factor es el mismo para todas las empresas que producen un bien determinado.
• Las relaciones marginales de sustitución en el consumo son iguales a las tasas marginales de transformación en la producción, por ejemplo, en aquellas áreas en las cuales la producción debe igualarse a los deseos de los consumidores.
Hay un número de condiciones que, se ha alegado, conducen a la ineficiencia. Entre ellos se incluyen:
• Estructuras de mercado imperfectas, tales como monopolio, oligopolios, y situaciones de competencia monopolística.
• Asignación imperfecta o ineficiente de los factores de producción.
• Fallas de mercado y externalidades, incluyendo el "costo social".
• Discriminación de precios imperfecta, incluyendo manipulación de precios.
• Información asimétrica, incluyendo falta de transparencia y el problema del agente-principal.
• Declinación natural de costos de largo plazo en monopolios naturales.
• Ciertos tipos de impuestos y tarifas.
A fin de determinar si una economía está evolucionando hacia un óptimo de Pareto, han sido elaborados dos “tests de compensación”. Estos se basan en la asunción que la mayoría de los cambios mejoraran la situación de algunas personas, pero empeoraran las de otros, así que estos exámenes se preguntan que sucedería si los ganadores compensaran a los perdedores. El “criterio de Kaldor” establece que si el máximo que los ganadores están preparados a pagar excede el mínimo que los perdedores están dispuestos a aceptar, el cambio contribuye a una situación óptima de acuerdo a Pareto. Esto se puede considerar como mirando el problema desde el punto de vista de los ganadores: que es lo que están dispuestos a ofrecer para obtener lo que desean. El “criterio de Hicks” considera la situación desde el punto de vista de los perdedores y establece que una actividad contribuirá a lograr un óptimo de Pareto si el máximo que los perdedores están dispuestos a ofrecer a los ganadores, en orden a evitar el cambio, es menos que el mínimo que los ganadores están preparados a aceptar para no implementarlo. Si ambas condiciones son satisfechas, tanto los ganadores como los perdedores estarán de acuerdo en implementar la actividad propuesta y la economía progresara hacia una situación óptima de acuerdo a Pareto. Esto se refiere como Eficiencia de Kaldor e Hicks o Criterio de Scitovsky.
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