Eurocrisis

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La Crisis de la deuda soberana de la Eurozona, también llamada crisis del euro o crisis de la zona euro, es una serie de acontecimientos que han venido afectando negativamente desde principios del año 2010 a los 16 Estados miembros de la UE que conforman la Eurozona o Zona Euro, esto es, que han adoptado el euro como moneda única y componen entre sí una unión monetaria plurinacional en el seno de la Unión Europea. Durante este período los estados de la Eurozona han venido padeciendo una crisis de confianza sin precedentes, con ataques especulativos sobre los bonos públicos de varios de sus miembros, turbulencias en sus mercados financieros y bursátiles, y una caída del valor cambiario de la moneda única, en un contexto de incertidumbre y dificultad por alcanzar un acuerdo colectivo que todavía persiste.

La crisis comenzó con la difusión de rumores sobre el nivel de la deuda de Grecia y el riesgo de cesación de pagos de su Gobierno. Se hizo público que durante años el Gobierno griego había asumido deudas profundas y había llevado a cabo gasto público descontrolado, lo cual contravenía los acuerdos económicos europeos. Cuando llegó la crisis financiera global, el déficit presupuestario subió y los inversores exigieron tasas mucho más altas para prestar dinero a Grecia.

Todos los países de la eurozona se vieron afectados por el impacto que tuvo la crisis sobre la moneda común europea. Se produjeron temores de que los problemas griegos en los mercados financieros internacionales pudieran desatar un efecto de contagio que hiciera tambalear las economías de los países con economías menos estables de la Eurozona, como Portugal, Irlanda, Italia y España, los cuales, como Grecia, tuvieron que tomar medidas para reajustar sus economías.

A partir de marzo de 2010, la Eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI) debatieron conjuntamente un paquete de medidas destinadas a rescatar la economía griega, bloqueado durante semanas debido en particular a los desacuerdos entre Alemania, economía líder en la zona, y los otros países miembros. Durante esas negociaciones y ante la incapacidad de la Eurozona de llegar a un acuerdo, la desconfianza aumentó en los mercados financieros, mientras el Euro experimentó una caída continuada y las plazas bursátiles caían.

Finalmente, el 2 de mayo la Unión Europea (UE) y el FMI acordaron un plan de rescate por importe de 750.000 millones de euros, destinado a tratar de evitar que la crisis se extendiera a través de toda la Eurozona. A esta medida se añadió la creación, anunciada el 10 de mayo, de un fondo de estabilización colectivo para la Eurozona. Al mismo tiempo, los principales países europeos adoptaron sus propios planes de ajuste de sus finanzas públicas, inaugurando una era de austeridad en todo el continente.