Incertidumbre y complejidad

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Incertidumbre y Complejidad

La velocidad y la magnitud del cambio global, la interconexión creciente de los sistemas sociales y naturales a nivel planetario, y la creciente complejidad de las sociedades y de su impacto en la biosfera, da como resultado un alto nivel de incertidumbre y de impredictibilidad, que plantea nuevas amenazas (y también nuevas oportunidades) para la humanidad.

La incertidumbre se refiere al grado de desconocimiento de una condición futura. Puede derivarse de una falta de información o incluso por que exista desacuerdo sobre lo que se sabe o lo que podría saberse. Puede tener varios tipos de origen: desde errores cuantificables en los datos hasta terminología definida de forma ambigua o previsiones inciertas del comportamiento humano. La incertidumbre puede, por lo tanto, ser representada por medidas cuantitativas (por ejemplo, un rango de valores calculados según distintos modelos) o por afirmaciones cualitativas (por ejemplo, al reflejar el juicio de un grupo de expertos).

Está relacionada asimismo con la imposibilidad de predecir la situación de un sistema complejo a lo largo del tiempo, y aparece cuando se establece una relación entre observador y su contexto; esto es: una persona u organización mirando su entorno y trazando cursos de acción. La incertidumbre está, en consecuencia, en la mirada del observador sobre una realidad compleja e inestable. Es, sin embargo, un estado de potencialidad, no solamente un estado temido o de amenaza.

Cada una de las personas que integra una organización y cada una de las organizaciones que integran una trama social, transitan la incertidumbre cotidiana con un conjunto de paradigmas a través de los cuales intentan otorgarles significación a un conjunto fragmentado de acontecimientos. La gestión de la incertidumbre parte de la gestión del modelo de realidad desde el cual se interpreta y se le otorga significación a esos sucesos del entorno.

Incertidumbre, complejidad y desarrollo sostenible

El desarrollo sostenible se plantea como un nuevo paradigma desde el cual mirar y actuar sobre esta realidad compleja, y como un horizonte o búsqueda. Esta búsqueda requiere integrar factores económicos, sociales, culturales, políticos y ecológicos. Requiere la articulación constructiva de los enfoques de desarrollo, y tener en cuenta simultáneamente las dimensiones locales y globales, y la forma en que interactúan. Y también requiere ampliar los horizontes de espacio y tiempo para incluir la necesidad de la equidad intrageneracional e intergeneracional. En otras palabras, lo que se necesita no es ni más ni menos que un cambio fundamental en la manera en que enfocamos el desarrollo de las relaciones entre sociedad y medio ambiente.

Las tres dimensiones reconocidas como integrantes del desarrollo sostenible: la dimensión medioambiental, la dimensión social y la dimensión económica,  exigen por lo tanto explorar nuevas formas de relacionar la información existente, y reconocer las relaciones que permiten obtener una aproximación verdadera a la realidad, por definición: compleja y multidimensional.
 En este proceso, son muchas las disciplinas que abogan por la formulación de nuevas metodologías de trabajo. Sin embargo, sólo mediante un dialogo multidisciplinario se podrán reconocer aquellas relaciones funcionales significativas que nos permitirán diseñar indicadores ambientales, sociales y económicos que sean integrados, con aproximaciones sistémicas y con una perspectiva holística y de transversalidad interdisciplinaria, para evaluar efectivamente los esfuerzos desplegados en el camino hacia la sostenibilidad.
En tal sentido, la incertidumbre aplicada al desarrollo sostenible, permite por lo tanto advertir que los procesos globales son no lineales, están relacionados y varían con el tiempo, lo que implica la necesidad de tener en cuenta distintas dimensiones. Mientras que la complejidad del escenario –globalización, emergencia ambiental, inequidad, etc.– permite vislumbrar que son muchos los factores que se deben considerar y que es necesario tener en cuenta.

La letra épsilon, por Victoria Stodden (profesora de estadística en la Universidad de Columbia)

En los modelos estadísticos, el uso de la letra griega épsilon es un reconocimiento explícito de que la incerteza es intrínseca a nuestro mundo. El paradigma estadístico contempla dos componentes: los datos o medidas tomados del mundo observable, y los procesos subyacentes que generaron esos datos. La épsilon aparece en las descripciones matemáticas de esos procesos como representación de la aleatoriedad inherente a la generación de los datos que observamos. [...]

El uso de la épsilon implica un reconocimiento directo de la incapacidad de predecir el futuro que tiene la investigación basada en datos, sin importar los recursos para la recolección de esos datos ni la forma en que sean computados. [...]

Esa incerteza inherente implica que la duda no es algo negativo ni una debilidad, sino una admisión madura y adulta de que nuestro conocimiento es imperfecto. A medida que nuestra recolección y análisis de datos son cada vez más vastos, y que los resultados que arrojan los algoritmos y los modelos predictivos representan una creciente fuente de información, el paradigma estadístico es utilizado cada vez más. Su impacto se puede ver en todos los aspectos de la sociedad: políticas basadas en evidencias, medicina basada en evidencias, modelos de predicción de fluctuaciones de mercado cada vez más sofisticados, redes sociales que se ajustan automáticamente a nuestros patrones de búsqueda previos. El uso inteligente de la información derivada de los modelos estadísticos depende de nuestra comprensión de la incerteza, lo mismo que la planificación política y nuestra comprensión cultural de esa fuente de información.