¿De qué hablamos cuando hablamos de liderazgo en valores para la sustentabilidad?
Para preservar el planeta y vivir de acuerdo a los preceptos del paradigma de la sustentabilidad, el ciudadano global tiene que comprometerse no solo con los postulados de esta nueva cosmovisión, sino también y especialmente si le toca el ejercicio del liderazgo, con los preceptos que nos marca la ecología emocional. Esta disciplina se ocupa del arte de “gestionar” las emociones, con el fin de que la energía que éstas generan sea dirigida al crecimiento personal, a la mejora de las relaciones interpersonales y a la construcción de un mundo más armónico y solidario. Para todo esto es imprescindible que se desarrolle, tanto a nivel local, como regional, continental y global, un nuevo estilo de liderazgo basado en valores que acote la discrecionalidad del decisor y la posibilidad de caer en la arbitrariedad.
Un nuevo liderazgo basado en la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, considerado como una forma superadora de la gestión a través del ejemplo del propio accionar y de inspirar una visión consensuada, compartida y comprometida con los otros; alentando, reconociendo y valorando su contribución, y al mismo tiempo fomentando el surgimiento, la formación y el empoderamiento de nuevos líderes en el desarrollo de sus propias fortalezas y capacidades.
Verdaderos líderes de nueva generación que encarnen el cambio, y al igual que los acupunturistas expertos, sean capaces de intervenir solo puntualmente con el fin de liberar las energías creadoras y de esa forma restablecer la auto-organización del sistema con el fin de despertar sus anticuerpos y poner en marcha su propia capacidad curativa.
Un nuevo estilo de liderazgo que se destaque por ejecutar las decisiones observando una ética de sus convicciones, que nos permita animarnos desde nuestra singularidad a ser pioneros y a armar equipo, con la certeza de que cuando nos equivoquemos al menos vamos a estar en un rumbo más correcto que el anterior, y nos dé la posibilidad de construir vínculos de confianza con los demás para poder compartir éxitos, fracasos, y por sobre todo aquello que no sabemos. Que fomente la apertura, la flexibilidad, la empatía y la adaptación a escenarios siempre cambiantes, que abandone la repetición como sistema de aprendizaje para darle paso a la creación, que se caracterice por la valentía por abordar lo nuevo y lo desconocido desde un nuevo paradigma que levanta la bandera de la dignidad humana desafiando al darwinismo y rechazando la idea de la supervivencia del más apto; considerando que la principal función de un líder es no solo alentar a aquellos que avanzan más rápido, sino comprender que el estándar para medir los logros y los avances de una sociedad lo establecen aquellos que vienen más rezagados.
Un buen líder nunca está, por sí solo, por arriba de la organización, sino al interior de la misma. En algunas situaciones límite, frente a la necesidad de dirimir entre opiniones o visiones diferentes y tener que ejercer la última palabra después de haber agotado todos los procesos consultivos con los diferentes grupos de interés, el líder siempre está llamado a pronunciarse, no ya a partir de sus convicciones personales, sino como el supremo garante del respeto y la obediencia al propósito y la misión de la organización. Porque un buen líder nunca es una limitación de la libertad sino garantía de unidad (ya que, en su vocación de servicio, al igual que en una pirámide invertida, siempre se los encuentra en el vértice que se ubica por debajo de la base).
En este sentido, la incorporación y participación activa de la mujer en la vida pública a nivel global nos augura un nuevo estilo de liderazgo desde una visión nueva y superadora, radial, flexible, colaborativo, comunicacional, basado en la escucha, que se estructura en red a través de la constitución de equipos de trabajo que comparten la información y operan en forma horizontal. Según el filósofo Alain Touraine, entre la lucha por la igualdad y el reconocimiento de su diferencia, las mujeres estarían desempeñando un rol vanguardista en el centro de las principales cuestiones democráticas de nuestro tiempo. Al respecto el Papa Francisco destacó que no debemos abordar el tema de las diferencias entre hombres y mujeres desde un punto de vista ideológico, ya que en la actualidad han quedado superados tanto “el modelo de la subordinación social de la mujer al hombre”, como el de la “igualdad absoluta”, configurándose un nuevo paradigma basado en la “reciprocidad en la equivalencia y en la diferencia”. Según el pontífice, “la relación hombre-mujer debería reconocer que ambos son necesarios por poseer una naturaleza idéntica como modalidades propias; uno es necesario para el otro para que se cumpla la plenitud de la persona.
Son necesarios líderes de nueva generación que más que en el poder, crean en “el poder de poder hacer” y que, como bien señala Ernesto Sábato en su libro La resistencia, “sientan que todavía podemos aspirar a la grandeza”. Líderes multiplicadores que trabajen en red y que estén permanentemente abordando una nueva escala y ampliando las fronteras del accionar de sus propias organizaciones y de las organizaciones y redes con las que operan. Líderes con espíritu amplio e imaginativo, con capacidad de abarcar una gran multiplicidad de hechos ubicándolos dentro de una perspectiva, y extremadamente dotados para “ver claramente un gran número de nociones concretas, y comprender a la vez el conjunto y los detalles”, como bien señala Blas Pascal cuando describe el esprit de finesse.
Líderes multiplicadores que trabajen en red y que estén permanentemente abordando una nueva escala y ampliando las fronteras del accionar de sus propias organizaciones y de los colectivos de organizaciones y redes con las que operan.
Líderes con espíritus amplios e imaginativos, con capacidad de abarcar una gran multiplicidad de hechos colocándolos dentro de una perspectiva, y extremadamente dotados para “ver claramente un gran número de nociones concretas, y comprender a la vez el conjunto y los detalles”. En definitiva, líderes que nos acompañen y nos guíen hacia una transformación verdadera y profunda, que nos permita avanzar con paso firme en el camino de la sostenibilidad.
Solo ciudadanos sostenibles conforman comunidades y sociedades sostenibles. Lamentablemente nuestros padres y abuelos no lo han hecho, y muchos de nosotros tampoco; las consecuencias de nuestro actual modelo de desarrollo y estilo de vida insostenible están a la vista: los que están naciendo hoy reciben un planeta cuyos ecosistemas están mucho más degradados y empobrecidos de los que nosotros tuvimos la oportunidad de disfrutar; ecosistemas que son los que aseguran la supervivencia de nuestra y otras especies en el planeta.
Esto significa que si no cambiamos el rumbo, somos nosotros quienes estaremos robándole el futuro a las próximas generaciones.
Como señala John Erenfeld, en este momento casi todo lo que hemos venido haciendo en nombre de la sostenibilidad intenta solo reducir o mitigar aquello que es insostenible. Todos los esfuerzos que podamos hacer para avanzar en esta dirección, aunque sean claves y sustanciales, no van a ser suficientes para crear las condiciones que nos encaminen hacia la sostenibilidad que tanto necesitamos. Hace ya tiempo que la agenda de la sostenibilidad ha dejado de ser optativa y se ha vuelto obligatoria; los avances deben ser incrementales y no marginales, y se impone la búsqueda de similitudes más allá de la diferencia. Ya no quedan muchas opciones y los tiempos se van acortando: o nos animamos a cambiar el paradigma actual o vamos tomados de la mano al encuentro de lo peor.
Según el empresario belga Gunter Pauli “para poder competir nosotros debemos innovar permanentemente. Y también reconocer que si no lo hacemos mejor que aquellos que hoy en día dominan el mercado, no tendremos ninguna oportunidad. Nosotros tenemos que ser disruptivos a un punto tal que aquellos que intentan competir con nosotros tengan que aceptar que no tienen ninguna razón de ser, por lo tanto: o se transforman, o se convierten en dinosaurios y mueren”. Solo a partir de dar el ejemplo y enseñarle al mundo que tenemos una oferta superadora al modelo de producción y acumulación insostenible que reina en la actualidad, es que tendremos la posibilidad de demostrar efectivamente que otro mundo es posible.
Por su parte, Nick Udall, cofundador y CEO de Nowhere, en su libro Riding the Creative Rollercoaster nos invita a dejar de pensar en líderes, en personas, para comenzar a interpretar el liderazgo como un proceso basado en la innovación y la co-creación a partir del rediseño del pacto cultural de la organización. Un proceso que él denomina: “liderazgo evocativo” y que según Udall, nos permitirá a travesar mejor estos tiempos de crisis cargados de niveles de complejidad, incertidumbre y volatilidad que antes no estaban.