Autoregulación

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La autorregulación se puede definir como la actitud positiva hacia la propia regulación ambiental por parte del agente contaminador, es decir: el tomar conciencia de la importancia de adoptar procedimientos menos contaminantes en pro de un desarrollo sostenible, aumentando el umbral de restricciones ambientales.

Para inducir a los agentes contaminadores, principalmente del sector industrial, los entes gubernamentales pueden utilizar ciertos instrumentos económicos -como es el caso de las tasas retributivas-, diferentes políticas de incentivos hacia ciertos procesos más limpios y, en general, las políticas encaminadas a un desarrollo industrial con objetivos concretos de minimizar las emisiones y desechos.

Los instrumentos económicos, específicamente las tasas retributivas por contaminación, en esencia buscan crear conciencia entre las empresas contaminadoras de los recursos, al emitir señales de mercado que persuaden al contaminador a adoptar procesos industriales menos contaminantes. Al contaminar menos reduce por consiguiente sus costos de producción, aumentando la competitividad. Entre sus ventajas se encuentran:

1) Minimizan los costos sociales de las políticas de protección ambiental.

2) Permiten un mayor grado de flexibilidad a quienes contaminan para que escojan los mecanismos de control más favorables.


Aunque son la conciencia y los movimientos ambientales los que han propiciado que sea llevada la contaminación industrial a la agenda política, no cabe duda de que son los factores económicos los que configurarán el desarrollo de las industrias menos contaminantes. Las tecnologías menos contaminantes van a determinar en el corto plazo la forma de la relación competitiva industria -medio ambiente, pero no deben considerarse como soluciones finales en si, dado que llegar a una contaminación cero, es aún un concepto muy abstracto. Iniciativas como ZERI (Zero Emissions Research Initiatives), investigan y divulgan procesos productivos limpios que utilicen los desechos y las emisiones como materias primas o insumos de otros, minimizando las emisiones finales.

Cuando abordamos estos temas vinculados al concepto de cambio en los métodos de producción de las empresas es importante tener en claro algunas categorías:

Cambio incremental: se refiere a una empresa que realiza mejoras pequeñas y escalonadas de sus impactos medioambientales. Por ejemplo, una empresa reduce las emisiones de carbono de sus operaciones en un 2% anual.

Transformación: se refiere al cambio generado por una empresa en el modo en que realiza sus negocios y operaciones. Por ejemplo, una empresa automotriz que redirecciona la mayor parte de su actividad hacia la producción y promoción de vehículos “verdes”.

Cambio sistémico: el cambio sistémico requiere un conjunto de reformas: cambios en el área de precios, políticas públicas, iniciativas de mercado, comportamiento del consumidor, valuaciones de inversión e infraestructura física.

Cambio restaurativo: se refiere a una empresa que contribuye a mejorar el medioambiente en vez de, simplemente, hacer menos daño. Por ejemplo, una empresa que toma más emisiones de carbono de las que produce.