Design Thinking
El Design Thinking es un concepto cuya metodología se ha venido implementando gradualmente en los últimos años en diferentes empresas como una forma de crear productos y servicios que tiendan a satisfacer de mejor manera las necesidades de los usuarios, haciéndolos parte activa del proceso de creación.
Parte de la importancia y el protagonismo que ha empezado a tener en los últimos años esta disciplina, están directamente relacionados con la innovación y la creatividad; aquello que permite a las empresas crear productos capaces de cambiar las reglas del mercado (como en el caso de Apple), y en la necesidad cada vez más evidente que tienen las organizaciones hoy en día de crear nuevos modelos y formas de entender los problemas a los que se enfrentan, no bajo la lupa de las formas tradicionales, sino de nuevos esquemas en tanto aspiren a diferenciarse y asumir un papel cada vez más destacado dentro del mercado y su entorno competitivo.
Sin embargo, a diferencia de lo que muchos pueden pensar, el Design Thinking o “Pensamiento de Diseño”, como su nombre lo indica, no es algo nuevo, ya que es un concepto que va muy ligado a los diseñadores y a sus formas de solucionar problemas.
No obstante, hasta hace poco, aspectos como la innovación, la creatividad y el diseño se creían prácticamente exclusivos de ciertas empresas. Podríamos decir que el Design Thinking había estado relegado casi que exclusivamente a negocios en los que dichos aspectos resultaban altamente críticos para su propia supervivencia, o era aplicado por ese muy bajo porcentaje de organizaciones que por su cultura les daban importancia a cuestiones vinculadas con la innovación, la creatividad y el diseño (en el caso que dichos aspectos no fueran tan determinantes).
Hoy en día el Design Thinking se ha vuelto un concepto que cada vez cobra más importancia en el mundo de los negocios y no solo se aplica a la creación de productos sino también a servicios o procesos, buscando satisfacer las evidentes necesidades que tienen las empresas de diferenciarse estando en mercados cada vez más competidos.
El Design Thinking incluso ha llegado a consolidarse como toda una filosofía principalmente bajo la figura de Tim Brown, un profesor de la escuela de ingeniería de la Universidad de Stanford y CEO de la consultora IDEO, quien se ha convertido en uno de sus mayores exponentes desde 2008 cuando por primera vez apareció un artículo de su autoría en el que hablaba sobre el tema en el Harvard Business Review.
A partir de entonces se han logrado definir de forma más clara y precisa los principales aspectos a tener en cuenta dentro del Design Thinking, así como el método que deben seguir las empresas para aplicarlo independientemente de la industria en la que se encuentren.
El Design Thinking en la práctica
Lejos de ser un concepto abstracto, el Design Thinking plantea una clara metodología que puede ser fácilmente implementada.
Aunque existen diferentes aproximaciones, generalmente abarca 5 pasos que definimos a continuación:
1. Empatizar
A diferencia de las técnicas tradicionales que se valen de investigaciones de mercado, focus groups, estadísticas y otras prácticas un poco más ortodoxas, en el Design Thinking la fuente de información primordial son las personas y lo que estas experimentan en relación a un tema en concreto directamente relacionado con un producto, servicio o la operación del negocio. Por tal motivo, no basta con simplemente indagar a ese grupo que es materia de investigación en un ambiente que puede resultarle extraño (como pasa por ejemplo en el caso de los focus groups), sino que es necesario experimentar de primera mano lo que viven dichas personas dentro de su propio entorno para poder entender mejor sus necesidades, problemas y deseos.
2. Definir el problema
Luego de ponerse en los zapatos de las personas a las que se les está intentando resolver el problema o necesidad, la idea es determinar cuáles son las áreas de oportunidad (siempre y cuando las haya y sean significativas). Posteriormente, especificar cuál o cuáles son esos problemas o desafíos que se debe intentar resolver y que requieren la búsqueda de una solución innovadora.
3. Idear las posibles soluciones
Dado que la interdisciplinariedad juega un rol importante dentro del Design Thinking, el aporte de diferentes ideas y perspectivas resulta crucial para encontrar soluciones innovadoras a los problemas que se plantearon en el anterior paso.
Aun cuando algunas ideas puedan sonar descabelladas e incluso parezcan absurdas, la clave en esta etapa está en fomentar la participación y en reconocer como válidos todos los puntos de vista sin que la gente se sienta intimidada. Hay que tener en cuenta que muchas veces la solución a un problema puede venir de donde menos se espera, y usualmente las ideas más extravagantes son aquellas capaces de crear las soluciones más radicales e innovadoras.
4. Prototipar modelos
Llegados a este punto, la idea es hacer un diseño de la solución y tangibilizarla con un prototipo físico o digital. Independientemente de si se trata de un producto, servicio o proceso, es necesario tratar de representarlo adecuadamente con el uso de tecnología avanzada (como por ejemplo, a través de software especializado o impresoras 3D), o quizás de una forma más rudimentaria (usando maquetas o incluso elementos como papel, cartón o plastilina), lo que permitirá, en caso de que se requiera, poder hacer ajustes graduales al prototipo sin incurrir en demasiados costos, y pasar al siguiente paso.
5. Evaluar y testear los prototipos
Finalmente se llega a la etapa en la que el usuario va a poder interactuar con el prototipo y que se podrá obtener una retroalimentación de su parte para hacer mejoras que ayuden a ir perfeccionándolo. Hay que tener en cuenta que en esta fase es posible encontrarse con que se hizo una mala definición del problema y que se está presentando un prototipo que no logra satisfacer al usuario ni siquiera en grado mínimo. En ese caso, será necesario ir uno o varios pasos atrás en todo el proceso, en ocasiones varias veces, hasta dar con el resultado esperado por el usuario y perfeccionar el modelo lo suficiente como para hacerlo una realidad e introducirlo al mercado.
El Design Thinking, más que una forma de crear e innovar
Además de ser un método que puede ayudar a cualquier empresa a asumir diferentes problemas y desafíos de una forma distinta al centrarse de un modo muy particular en los usuarios o personas a quienes les afecta algo en concreto, el Design Thinking tiene varias ventajas interesantes. Mientras se propone crear soluciones que se adapten a las necesidades, gustos y deseos de las personas de la forma más certera posible, a través de un método que concibe el aprendizaje y el fracaso como parte del proceso para llegar a la solución haciendo que este se repita tantas veces como sea necesario hasta llegar al resultado deseado, el pensamiento de diseño se convierte en una herramienta cuyo valor no se reduce exclusivamente a posibilitar la creatividad y la innovación dentro de cualquier empresa. Viéndolo de una forma más amplia, el Design Thinking es una forma de aprender mientras se crea y se buscan crear soluciones que se adapten mejor a las necesidades de los usuarios. Todo ello evitando los altos costos que pueden tener otros métodos más tradicionales en los que si algo saliera mal podría no haber vuelta atrás, algo que con el Design Thinking es posible y además viable, en la medida que ayuda a reducir los riesgos que a menudo van ligados al desarrollo de nuevos proyectos.
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