Economía del donut
La economía del donut es un planteamiento de la investigadora y profesora de la Universidad de Oxford Kate Raworth, que parte de la idea de que el incremento del PIB se ha convertido en un objetivo en sí mismo, en lugar de un indicador útil para la consecución del que debería ser el verdadero objetivo de la economía: que las necesidades de todos queden satisfechas garantizando la sostenibilidad medioambiental.
"Todo el mundo debería tener acceso a los bienes básicos, como la comida, la vivienda, el agua, la salud o los avances tecnológicos, pero dentro de los medios y recursos disponibles en el planeta. No hay nada en la naturaleza que crezca infinitamente ", afirma Raworth. "La economía mundial de hoy en día causa grandes divisiones, con desigualdades extremas; y también destruye el mundo viviente del que todo depende", señala en este artículo publicado por Foro Económico Mundial.
Con su economía del donut, Raworth propone replantear el concepto de desarrollo económico y sustituir esta línea del PIB por un círculo, un donut, que refleje un sistema más justo no solo para los ciudadanos, sino también para un planeta que tiene unos recursos limitados.
El donut es definido como un “compás radicalmente nuevo para guiar a la humanidad en este siglo”. Dicho de forma simple, ningún modelo económico del siglo XXI que quiera responder al reto del progreso con equidad y sostenibilidad puede operar más allá de dos límites fundamentales: el primero es el techo ecológico que establece la capacidad del planeta, definido en forma de cambio climático, pérdida de biodiversidad, acidificación de los océanos, contaminación del aire, y así hasta nueve procesos en los que nos acercamos de manera alarmante a puntos de no retorno y de consecuencias imprevisibles, marco original del argumento de los “límites planetarios”, que proviene del Centro de Resiliencia de Estocolmo).
El segundo límite, está marcado por la línea interior del donut, que establece los fundamentos de una sociedad justa: el derecho de todos a la alimentación, educación, sanidad, vivienda, igualdad de género, libertades civiles o agua, entre otros. Este “suelo” por debajo del cuál ningún ser humano debería ser obligado a vivir constituye en realidad la columna vertebral de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una agenda hacia 2030 que busca reducir los niveles de desigualdad, pobreza y deterioro ambiental que sufre el planeta.
El concepto de círculo y su relación con la sostenibilidad no es nuevo. Uno de los puntos similares y que forma parte de la economía del donut es la economía circular, que aboga por la reducción de los recursos que necesitamos, su reutilización y su recuperación, y que es fundamento de muchas de las obras más actuales de desarrollo económico.
En el círculo virtuoso que propone Raworth, se refleja un sistema justo para las personas y para el planeta, en el que se tiene en cuenta las necesidades básicas como el acceso al agua, el empleo, la educación o la igualdad de acceso a las oportunidades, teniendo en cuenta las limitaciones de la propia Tierra y los causados por la acción del hombre como contaminación atmosférica, cambio climático, pérdida de biodiversidad, entre muchos otros.
A partir de este concepto, la economista despliega otros seis cambios estructurales en nuestro pensamiento económico que permitirían alcanzar un progreso inclusivo y sostenible. Se trata de abandonar o cambiar los que son hoy los dogmas de fe contemporáneos como la eficiencia incontestable del mercado; la racionalidad egoísta del individuo; la simplicidad mecánica de la oferta y la demanda; la inevitabilidad de la desigualdad y el crecimiento “sucio” como fases del desarrollo, y la santificación del crecimiento del PIB como indicador de referencia.
El modelo donut busca responder a los retos del futuro y revela un doble choque de fuerzas. Por un lado, los límites externos que no son inamovibles, pero que requieren una gestión eficiente como las mejoras medioambientales o el uso más sostenible de recursos energéticos, alimentos o agua. Por el otro, la necesidad de expandirnos hacia adentro, ampliando el acceso a salud, energía, agua, alimentos, etc., a más personas.
La economía del Donut aplicada en las empresas y los gobiernos
Según Raworth, la clave para resolver este conflicto depende también de las empresas. Los mercados financieros son los dueños y en el territorio bursátil el beneficio sigue siendo el rey. El impacto en el planeta y las personas queda fuera de la ecuación de rentabilidad. “Necesitamos nuevos tipos de finanzas, como el Banco Triodos. Cualquier multinacional es consciente de la repercusión que tiene su cadena global. Si hablamos de una empresa textil, se sabe cuál es el impacto del cultivo de algodón en el uso de agua, de productos químicos... No creo que el objetivo de estas compañías sea crecer indefinidamente sino cómo pueden hacer las cosas mejor, cómo puede ser más gratificante trabajar en ellas”.
El sistema necesita un transplante de corazón que deje de lado “la obsesión por un crecimiento interminable y sitúe en el centro la redistribución y la regeneración por diseño”, explica Raworth. “La realidad ha demostrado que el crecimiento no soluciona la desigualdad ni tampoco está resolviendo la cuestión medioambiental. El PIB no puede ser el objetivo porque entonces siempre ganará a la redistribución y a la regeneración”.
La profesora pone de ejemplo los paneles solares. Hace unos años eran muy caros, pero la tecnología ha permitido abaratar considerablemente su costo. “Por supuesto que la economía circular es más cara, pero esto cambiará a medida que las iniciativas pioneras sean más numerosas”.
Desde la Unión Europea se impulsan medidas para transitar a un modelo económico más sostenible, pero Raworth califica estas iniciativas como “vieja economía vestida con un nuevo traje”. Sostiene que la verdadera economía circular crea productos reciclables por diseño y en código abierto. “La naturaleza rompe las cosas para luego crear algo nuevo. Nosotros deberíamos tener un lector universal que nos informara de todos los materiales que tiene un producto para poder transformarlo”.
Las ideas de esta economista pueden parecer revolucionarias y ella misma es consciente del reto que supone. “Pero si creemos que no ocurrirá, entonces no pasará. Yo me considero más activista que optimista”, aclara. Hay países que han empezado a dar pasos en la dirección del donut. Suecia ha aprobado una ley de emisiones cero por la que se compromete a no emitir ningún gas invernadero a partir de 2045. Austria quiere dejar atrás la idea del usar y tirar y abrazar la economía del reciclaje, y en Nueva Zelanda el gobierno ya ha dicho públicamente que quiere ser un país donut.
Para más información
Kate Raworth: Una economía saludable debería ser diseñada para prosperar, no para crecer
Kate Raworth argues that rethinking economics can save our planet