Identidades múltiples y complementarias
Identidades múltiples y complementarias
La gente puede tener –y de hecho así sucede en millones de casos- identidades múltiples y complementarias. Los aborígenes pueden estar orgullosos de ser australianos, los flamencos de ser belgas, los musulmanes de la India de ser indios… y así muchos casos. Las sociedades con diversidad cultural son sostenibles porque la identidad no es un juego de suma cero. En los estados multiétnicos, los individuos pueden sentirse orgullosos de pertenecer tanto al Estado como al grupo étnico y cultural. En un mundo integrado, los individuos pueden sentir orgullo de ser parte de la comunidad local, un estado, así como de la humanidad, compartiendo los valores universales de los derechos humanos. La unidad en la diversidad puede ser construida con distintas pero complementarias identidades.
Las políticas estatales que reconocen las identidades culturales son el mejor camino para lograr que la diversidad resulte un activo, y así prevenir la inestabilidad que puede surgir de la exclusión de algún grupo de la participación social y política, del acceso a los recursos, o de la incapacidad para abiertamente celebrar su herencia cultural y hablar su idioma.
Los Estados puede promover la libertad cultural a través de políticas multiculturales que reconozcan las diferencias y amparen la inclusión de grupos étnicos, lingüísticos o religiosos. La democracia y el desarrollo con equidad en nuestra era necesitan incorporar el reconocimiento cultural para asegurar la inclusión de las minorías. El desarrollo humano requiere más que derechos civiles y políticos, y políticas económicas y sociales de equidad; también requiere de derechos culturales.
Ejemplos de políticas multiculturales son: la educación bilingüe, la acción afirmativa, el pluralismo legal y político, la distribución de poder regional, y la representación proporcional.