Minería urbana
El concepto de minería urbana surgió en los primeros años del siglo XX. Planteaba que las grandes ciudades podían producir suficientes cantidades de recursos secundarios para la producción a gran escala de materias primas.
La idea consistía en implementar plantas de reciclaje de metales como el hierro, el aluminio y el cobre y aprovechar la energía procedente de los residuos. Esta combinación podría satisfacer las necesidades energéticas de la ciudad (calefacción y refrigeración, electricidad) y mejoraría su sostenibilidad.
En cierto modo, esta aproximación considera a la ciudad como un distrito minero donde los espacios urbanos son fuente de materiales antropogénicos que se pueden utilizar y reutilizar de manera cíclica.
La escasez de materias primas ha hecho que esta leyenda se vaya convirtiendo en inexorable realidad: en la ciudad encontramos todos los materiales de postconsumo que genera nuestra sociedad.
No solo producimos papel, cartón, acero, aluminio y plásticos, que son los más tradicionales. También otros mucho más preciados:
• Metales. Procedentes de baterías, tubos fluorescentes, infinidad de materiales electrónicos (teléfonos móviles, ordenadores, pantallas de televisión, entre otros) y paneles fotovoltáicos.
• Cauchos. De neumáticos fuera de uso.
• Materiales de construcción y demolición.
Invertimos materias primas y energía para la fabricación y distribución de una larga lista de materiales.
¿Por qué no utilizarlos como minerales urbanos y extraer de ellos las materias primas críticas?
Detengámonos primero en los residuos sólidos urbanos (RSU). Con la producción de 500 000 toneladas de este tipo de residuos y teniendo en cuenta la composición media de los mismos, podemos recuperar 17 000 toneladas de acero, 570 toneladas de cobre y 330 toneladas de aluminio. Además, podemos generar mediante sistemas de cogeneración, alrededor de 1500 GWh de energía.
Si tenemos en cuenta el consumo medio per cápita de energía en Europa, la energía producida a partir de los RSU cubriría el consumo anual de energía de una ciudad de unos 300.000 habitantes.
Los yacimientos urbanos suponen grandes reservas. Se estima que en Alemania hay 60.000 millones de toneladas de material en depósitos antropogénicos.
Los residuos electrónicos, una mina de oro
Sin duda, el ejemplo más relevante de minería urbana es la recuperación de metales a partir de residuos de materiales eléctricos y electrónicos (REE). Se trata de residuos muy peculiares que presentan altos contenidos en materiales valiosos y en sustancias peligrosas.
Algunos ejemplos de REE son los electrodomésticos, los equipos informáticos, los equipos de telecomunicaciones, la electrónica de consumo y las lámparas de descarga.
La producción mundial de REE alcanzó la cifra de 44,7 millones de toneladas en el 2017 y se espera alcanzar en 2021 la cantidad de 52 millones de toneladas.
Todos estos residuos contienen metales valiosos en concentraciones superiores a los minerales de la naturaleza. Por ejemplo, en una placa de circuito impreso el contenido de plata (Ag) es de 3 300 gramos/tonelada y el de oro de 80 g/t. Otros elementos más valiosos aún, como el galio (Ga) y el paladio (Pd), presentan concentraciones de 35 g/t y 28 mg/kg, respectivamente.
Se estima que cada año se producen en todo el mundo unos 3 millones de toneladas de circuitos impresos.
A los anteriores elementos hay que añadir el tántalo (Ta), que forma parte de los capacitores o condensadores eléctricos y que también se puede recuperar. El contenido en tántalo en un capacitador EcSETCs es del orden del 40-42 % de su peso. Esto supone que una placa de circuito impreso sea un verdadero yacimiento de minerales.
Los teléfonos móviles son otro ejemplo de mineral urbano.
Se estima que en 2035 desecharemos unos 90 millones de unidades. El contenido en oro es del orden de 0,35 g/kg. Es decir, de una tonelada de móviles se pueden recuperar 350 gramos de oro (el contenido en oro en un yacimiento rico es de unos 5 g/t).
Hay otros muchos ejemplos de minerales urbanos que afianzan la idea de que la minería urbana es una actividad esencial para la recuperación de materiales, el suministro de materias primas críticas, la sostenibilidad y la economía circular.