Principio de laboriosidad, eficiencia, eficacia y efectividad
La laboriosidad es la cualidad de laborioso, que significa perseverancia y esmero en el trabajo. Este adjetivo, por su parte, procede del latín laboriōsus y hace referencia a aquel que es muy aplicado al trabajo.
La laboriosidad suele considerarse como un valor moral o una virtud. Gracias a la laboriosidad, la labor (el trabajo) pasa de ser algo obligatorio o necesario a un valor. Implica realizar las tareas con esmero, atendiendo los detalles y tratando de conseguir el mejor resultado posible. En el caso concreto del trabajo como tal, se considera que una persona tiene el “don” de la laboriosidad si cumple con todos los deberes que le han sido impuestos, si es constante en sus tareas, si sigue el horario que tiene establecido y si el orden se convierte en una de sus máximas profesionales.
La laboriosidad, como característica de la personalidad, posibilita la tenacidad, el esmero y la paciencia, atributos indispensables para realizar las tareas. Una persona laboriosa suele hacer sus trabajos con belleza y limpieza.
Esto lleva, por lo tanto, a determinar que quien quiera poseer ese valor debe seguir las siguientes directrices:
- Debe comenzar y acabar su trabajo en las horas que están previamente estipuladas
- Debe finalizar sus tareas en el orden de llegada e importancia que se haya establecido.
- Debe evitar siempre dejar los trabajos sin concluir.
- Debe cumplir con todos sus deberes, independientemente de que le gusten o no.
- Debe evitar cualquier tipo de distracción dentro de su ámbito laboral.
- Debe tener todo el material que necesita utilizar en el orden más adecuado.
- Debe también, en la medida de lo posible, ayudar a los compañeros que así se lo soliciten y necesiten.
La idea de la laboriosidad es que, con esfuerzo, el trabajo se convierte en una fuerza transformadora y de progreso.
La laboriosidad se ha convertido en un valor del ser humano muy importante. Y es que la persona que cuenta con él no sólo se identifica por estar activo y realizar su trabajo de manera competente y profesional, sino también por dedicarle tiempo a otros individuos. En este último sentido, también se considera que alguien practica la laboriosidad cuando dedica tiempo a estar con sus hijos, pareja o padres, así como quien utiliza su tiempo libre para poder acometer tareas en asociaciones sin ánimo de lucro o entidades de beneficencia.
La laboriosidad, por lo tanto, es hacer algo más que cumplir con lo imprescindible, lo obligatorio o lo mínimo necesario. Supone realizar un esfuerzo extra para conseguir un logro adicional y progresar.
Es importante, de todas formas, no confundir el esfuerzo y la laboriosidad con la adicción al trabajo, ni con la explotación. Una persona tiene derecho a disfrutar del tiempo libre y necesita descansar, sin que eso implique pereza o una falla moral.
La laboriosidad como principio
Por la cantidad de tiempo que dedicamos a trabajar, porque permite la satisfacción de necesidades económicas y psicosociales y por su interrelación con otras áreas de la vida (p.c. familia o tiempo libre), el trabajo tiene valor en sí mismo, construye, madura, capacita y por eso es importante fomentar la laboriosidad.
La laboriosidad como principio, es parte del código de ética profesional. Refiere a la diligencia y competencia profesional. Mostrar disposición para hacer las labores encomendadas con prontitud y habilidad.
La capacitación técnica es una condición necesaria para poder desarrollar la laboriosidad porque en cuanto se domina la técnica se puede comenzar a introducir un estilo personal.
Obviamente, la correcta utilización de los diferentes recursos que una persona o una empresa requiere para trabajar y llevar adelante sus tareas, es una obligación que atañe a las organizaciones de los tres sectores. Es aquí dónde entran los conceptos de eficiencia, eficacia y efectividad, que nos aseguran lograr el máximo resultado con el mínimo uso de recursos y energía. Es lo que se conoce con el nombre de eco-eficiencia -económica y ecológicamente eficiente-, concepto que está estrechamente ligado a la creación de valor ambiental e integral.
¿Cómo relacionar la laboriosidad con la proactividad?
- Hacer un diagnóstico de la realidad institucional.
- Proponer soluciones a los problemas encontrados.
- Establecer posibles fuentes de recursos.
- Organizar equipos de trabajo.
- Programar las actividades.
Eficiencia, eficacia y efectividad ¿Cuál es la diferencia entre esta tríada de palabras?
Estamos acostumbrados a escuchar que la eficiencia, la eficacia y la efectividad son prácticamente el mismo concepto. En la mayoría de las ocasiones, la interpretación de estos tres conceptos obedece a breves reseñas de especialistas que todavía no se filtran en el uso cotidiano, así que cada quien los interpreta como mejor los entiende, a la espera de que el contexto particular nos ayude a definirlos, pero sin basarnos en cuál es su origen.
Según las definiciones de la Real Academia Española:
- Eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir el cumplimiento adecuado de una función. Eficiencia es hacer las cosas correctamente.
- Eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera. Eficacia es hacer las cosas correctas.
- Efectividad es exactamente lo mismo que eficacia.
¿Cuál es entonces la diferencia que hay entre esta tríada de palabras?
Peter Drucker establece a lo largo de su obra una serie de distinciones fundamentales entre ellas, lo cual nos arroja una claridad conceptual mucho mayor. Así tenemos que:
- Eficiencia: es hacer bien las cosas. Es decir, realizar una tarea buscando la mejor relación posible entre los recursos empleados y los resultados obtenidos. La eficiencia tiene que ver con el «cómo». El modelo para la mejora de la eficiencia se apoya en tres pilares básicos: personas, procesos y clientes. Y se logra con personas competentes o con capacidades, actitudes, aptitudes, habilidades y experiencias. Se necesitan flujos rápidos, efectivos y continuos de actividades que añaden valor al producto o al servicio para el cliente con procesos eficientes, analizando dichas actividades y calidad.
- Eficacia: es hacer las cosas correctas. Es decir, llevar a cabo tareas de la mejor manera, que conduzcan a la consecución de los resultados. Tiene que ver con «qué» cosas se hacen. Eficacia es hacer lo necesario para alcanzar o lograr los objetivos deseados o propuestos.
- Efectividad: es hacer bien las cosas correctas. Es decir, que las tareas que se lleven a cabo se realicen de manera eficiente y eficaz. Tiene que ver con «qué» cosas se hacen y «cómo».
¿Por qué la clave es la efectividad?
Porque se traduce como el equilibrio entre los indicadores, parciales, de la eficiencia y la eficacia. Por ejemplo, la primera se ocupa de hacer algo lo mejor posible en cuanto al uso de recursos: busca perfeccionar el «cómo» se hacen las cosas, sin cuestionarse «qué» cosas hacemos. Así podemos llegar a situaciones contradictorias, cuando no completamente absurdas. En palabras de Drucker: no hay nada más inútil que hacer de forma muy eficiente aquello que no debería hacerse en absoluto.
La eficacia, por otro lado, tiene el objetivo de lograr el resultado, al margen de los recursos que se consuman para ello. Dicho de otro modo, busca encontrar el mejor «qué» sin preocuparse por «cómo» se llevarán a cabo las tareas ni su impacto en los recursos. Podría ser el camino seguro a un derroche extremo que convierta la consecución del resultado en algo muy difícil de justificar.
Siguiendo esa lógica, la efectividad se define como la cuantificación del logro de la meta. Sin embargo, debe entenderse que puede ser sinónimo de eficacia cuando se define como la capacidad de lograr el efecto que se desea.
Tal vez es más claro si se plantea la relación de estos tres términos con una fórmula:
Eficacia + Eficiencia = Efectividad
Podemos decir entonces que el cálculo de la eficiencia y de la efectividad de un proceso permite entender, aunque sea en un panorama general, el funcionamiento idóneo de dicho proceso o del sistema en que se inserta. Sería imposible ser efectivo sin lograr antes un buen rendimiento en cuanto a eficacia y eficiencia.
Por ejemplo, si un dirigente es efectivo, se refiere a que es apto, capaz y competente, ya que cumple con tareas y desempeña una acción favorable para los intereses de la empresa.
Al mencionar efectividad, se hace referencia a la capacidad o habilidad que tiene una persona, animal, máquina, dispositivo o cualquier elemento para obtener un resultado determinado a partir de una acción. Esta capacidad supone la aplicación de ciertas acciones, actitudes o soluciones frente a determinadas situaciones. Deben asegurar los resultados esperados a fin de ser consideradas efectivas. También podemos decir que una actitud o respuesta efectiva es aquella que busca como objetivo principal lograr un efecto.
La efectividad que plantea Drucker, quiere encontrar un término medio con sentido, un punto de equilibrio ideal entre eficiencia y eficacia. La búsqueda de la efectividad impide que un exceso de foco en la eficiencia provoque que no se alcance el resultado deseado o que no se haga a tiempo. De la misma manera, impide que un exceso de foco en la eficacia pueda dar con el punto de equilibrio al traste con la rentabilidad del resultado, descompensando el esfuerzo. Cuando trabajamos de forma efectiva, el foco se mantiene en el punto óptimo entre lo más eficiente y lo más eficaz.
Encontrar el equilibrio entre la eficacia y eficiencia es el camino a la efectividad, no importa qué definición decidamos utilizar.