Principio de verdad

De Sosteniblepedia
Ir a la navegación Ir a la búsqueda

La verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere, o la fidelidad a una idea.

Las cosas son verdaderas cuando son fiables, fieles porque cumplen lo que prometen.

El uso de la palabra verdad abarca asimismo la honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en general; también el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en particular; y, finalmente, la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del Todo, el Universo.

El término no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y las teorías sobre la verdad continúan siendo ampliamente debatidas. Hay posiciones diferentes acerca de cuestiones como:

  • Qué es lo que constituye la verdad.
  • Con qué criterio podemos identificarla y definirla.
  • Si el ser humano posee conocimientos innatos o solo puede adquirirlos.
  • Si existen las revelaciones o la verdad puede alcanzarse tan solo mediante la experiencia, el entendimiento y la razón.
  • Si la verdad es subjetiva u objetiva.
  • Si la verdad es relativa o absoluta.
  • Y hasta qué grado pueden afirmarse cada una de dichas propiedades.

Este artículo procura introducir las principales interpretaciones y perspectivas, tanto históricas como actuales, acerca de este concepto.

La pregunta por la verdad es y ha sido objeto de debate entre teólogos, filósofos y lógicos a lo largo de los siglos considerándose un tema concerniente al alma y al estudio de una llamada psicología racional dentro del campo de la filosofía.

En la actualidad es un tema de investigación científica, así como de fundamentación filosófica:

  • La investigación científica de la función cognitiva introduce nuevas perspectivas acerca del conocimiento basado en la evidencia como creencia epistemológicamente verdadera con justificación válida.
  • Interesa a la lingüística pues el lenguaje es expresión de la propia verdad.
  • Interesa a la antropología filosófica, pues parece evidente que los seres humanos prefieren la verdad a la falsedad, al error o la mentira y prefieren la certeza a la duda.
  • Interesa a la Historia, por cuanto el aprecio hacia la verdad y la condena de la mentira o del error varía en intensidad según las épocas y las culturas, dado que tanto el concepto de verdad como su valoración no siempre es el mismo a lo largo de la historia y según las diferentes culturas.
  • Interesa a la ciencia en cuanto tal​ en su pretensión de conocimiento válido.

La importancia que tiene este concepto es que está arraigado en el corazón de cualquier supuesto personal, social y cultural. De ahí su complejidad.

Etimología

En latín la palabra usada es veritās, de la cual derivan la palabra española verdad. En griego el término usado es alétheia (αλήϑεια), cuyo significado etimológico es: sin velos, desvelada. Para el hebreo clásico el término אמןכה emuná significa primariamente confianza, fidelidad. El término hebreo אמת eméth (relacionado directamente con אמןכה/, a menudo traducido “verdad”, puede designar aquello que es firme, digno de confianza, estable, fiel, un hecho veraz o establecido.

Los portadores de verdad

Cuando decimos que algo “es verdad”, ¿qué tipo de entidad es ese algo? Esto es: ¿qué tipo de entidades son las portadoras de verdad? Suelen considerarse como tales:

  • los hechos y las cosas,
  • las creencias,
  • las oraciones-caso,
  • las proposiciones.

Cada una con sus ventajas y sus problemas. La postura adoptada a favor de una u otra dependerá, a veces, de inclinaciones filosóficas más generales:

  • Los que rechazan la posibilidad de un conocimiento verdadero tenderán a rechazar cualquier sentido de verdad que no sea la experiencia en sí misma y para sí mismo.
  • Los que rechazan la existencia de entidades mentales tenderán a rechazar a las creencias como portadoras de verdad;
  • Los que simpatizan con el nominalismo tenderán a simpatizar con las oraciones-caso como portadoras de verdad;
  • proposiciones como portadoras de verdad.
  • Los que valoran la verdad moral sobre la mentira, tienden a considerar la verdad como ejercicio de virtudes tales como la fidelidad, la honestidad, la sinceridad en el decir, etc.; una persona es veraz en cuanto que muestra su autenticidad en la coherencia de su modo de existir en el mundo y su interpretación histórica cultural.

Cuando hablamos de cosas, de realidades, hablamos fundamentalmente de ontología. Y nuestro criterio deberá ser la verdad ontológica.

Cuando hablamos de proposiciones, hablamos fundamentalmente de lógica. Y nuestro criterio deberá ser la verdad formal.

Cuando hablamos de creencias, hablamos fundamentalmente de epistemología y nuestro criterio deberá ser la verdad lógica y/o semántica como verdad epistemológica.

Cuando hablamos de moralidad hablamos de la veracidad de una persona. Hablamos de una virtud moral. La verdad como tarea de un hacer individual como también social e histórico.

Cuando hablamos de oraciones-caso, hablamos fundamentalmente de afirmaciones de creencias expresadas por medio del lenguaje cultural y social y nuestro criterio deberá incluir, además de todo lo anterior, las normas de la gramática: de la sintaxis en cuanto al sentido lógico; de la semántica en cuanto al sentido epistemológico; y de la pragmática en cuanto al sentido antropológico, cultural y social y aplicación al caso concreto.

La verdad cabalga entre todos estos campos del conocimiento y por medio de todas sus posibles relaciones, lo que hace comprensible la enorme dificultad de definir un concepto unívoco.

Como suele suceder con los grandes conceptos y las palabras que los expresan, todos sabemos lo que son y sabemos usar los términos que los significan, con tal que no tengamos que explicarlo. El concepto de verdad es en este sentido paradigmático.

Asimismo, pueden considerarse portadores de verdad:

  • el Hombre;
  • el Consenso;
  • la Ciencia;
  • la Cultura;
  • la Civilización;
  • la Historia, la Revolución;
  • el Ser, el Universo o Dios;
  • la Revelación;
  • la Tradición;
  • etcétera.

Lo que aporta a todo lo anterior una variedad de perspectivas y valores acerca de la Verdad.

Teoría correspondentista de la verdad

La teoría correspondentista de la verdad, o teoría de la verdad como correspondencia, establece que la verdad o falsedad de una proposición está determinada únicamente por la forma en que se relaciona con el mundo, y si describe con exactitud (se corresponde con) el mundo. Según esta teoría, la verdad consiste en una relación de adecuación o concordancia entre el entendimiento que conoce y lo real, junto con la expresión de un lenguaje que expresa la verdad del conocimiento. 

La teoría de la verdad como correspondencia es quizás la teoría de la verdad más extendida. ​La idea general se remonta por lo menos a algunos de los filósofos griegos clásicos, tales como Sócrates, Platón y Aristóteles. Según la versión tomista de la adecuación, es el intelecto el que debe adecuarse a la realidad: debemos pensar las cosas conforme a lo que son. Así, la proposición “llueve” será verdadera si, efectivamente, llueve en el momento en que se profiere; ​la proposición “Dios existe” será verdadera si Dios existe, etc. 

Tipos de verdad

Subjetiva y objetiva

Las verdades subjetivas son aquellas con las cuales estamos más íntimamente familiarizados, puesto que su contenido de verdad encuentra su fundamento en el propio sujeto que conoce y formula dicha verdad. Son las verdades de la propia experiencia. El subjetivismo es la teoría que considera que todas las verdades son subjetivas, es decir, dependen del sujeto que conoce.

A veces se considera impropiamente como condición subjetiva el hecho de que el sujeto no sea el sujeto individual sino el sujeto trascendental kantiano. Pero en ese caso se justificaría la objetividad del conocimiento con independencia de la formulación de un sujeto individual. En ese caso hablaríamos de un antropocentrismo gnoseológico.

En contraste, las verdades objetivas pretenden ser independientes de nuestras creencias subjetivas y gustos y el fundamento de las mismas independiente del hecho de ser conocida por el sujeto individual. Tal es la pretensión de la verdad científica.

Cuando se reconoce que hay o puede haber otros puntos de vista o forma de conocer entonces más que de subjetivismo se debe hablar de perspectivismo.

Relativa y absoluta

Las verdades relativas son aquellas ideas o proposiciones que únicamente son verdad en relación a alguna norma, convención o punto de vista. Usualmente, la norma mencionada son los principios de la propia cultura. Todo el mundo acuerda en que la veracidad o falsedad de algunas ideas es relativa: si se dice que el tenedor se encuentra a la izquierda de la cuchara, ello depende de desde dónde uno esté viendo. Sin embargo, el relativismo es la doctrina que señala que todas las verdades de un dominio particular (dígase moral o estética) son de esta forma, lo que implica que toda verdad solo es en relación a la propia cultura. Por ejemplo, el relativismo moral es la perspectiva que apunta a que todas las verdades son socialmente inspiradas. Algunos problemas lógicos sobre el relativismo se explican en el artículo falacia relativista.

Las verdades relativas pueden ser contrastadas con las verdades absolutas u objetivas. Estas últimas son ideas o proposiciones que serían verdaderas para todas las culturas y tiempo. Estas ideas frecuentemente son atribuidas a la misma naturaleza del universo, de Dios, la naturaleza humana o a alguna esencia fundamental o significación trascendente.

Lo absoluto en un dominio particular del pensamiento es la visión de que todas las proposiciones en tal dominio son absolutamente ciertas o absolutamente falsas sin restricción o condición alguna.

El absolutismo moral es la visión de que las normas y principios morales son absolutamente, es decir, incondicionados, completamente verdaderos o falsos para todas las culturas, en todas las eras y en toda situación dada con independencia de los individuos afectados.

Ontológica y epistemológica

El predicado de una realidad es una verdad ontológica.

El predicado de un conocimiento, creencia, proposición, o enunciado: verdad epistemológica.

Estas dos formas de consideración de la verdad no siempre aparecen claras en el uso vulgar de la palabra.

En el primer caso se usa para distinguir una realidad como realidad verdadera, en oposición a una realidad “aparente”, “ilusoria” “irreal” o “inexistente”; lo que ocurre cuando tomamos una realidad por “otra”. En este sentido afirmamos, es “oro falso” o “falso oro”, parece oro, pero no lo es.

En el segundo caso se utiliza con referencia al conocimiento en cuanto contenido de una creencia, proposición o enunciado que puede ser “verdadero o falso” según se corresponda o no con la realidad que pretende expresar.

En un sentido no crítico, la verdad epistemológica se suele tomar como correspondencia necesaria con la ontológica. Por ello es el sentido más vulgar y corriente de lo que se entiende por verdad.

El sentido ontológico constituye el fundamento de cualquier concepto de verdad, si bien en la filosofía actual este sentido de la verdad se valora bajo un supuesto de condiciones estructurales del proceso del conocimiento y no como un contenido concreto de realidad plenamente conocida.

Sin embargo, la posibilidad misma del conocimiento de la verdad así entendida es rechazado por los escépticos, considerando que no es posible para el conocimiento humano el conocimiento de la realidad.

El máximo exponente de una filosofía basada en este sentido de verdad ontológica es Platón. Los cristianos y escolásticos encontraron la solución situando esa verdad en el mismo conocimiento divino, pues el conocimiento de Dios es un acto creador dado que en Dios conocimiento y realidad coinciden; en cambio los conceptos humanos son entes de razón con fundamento en la cosa. ​Los escolásticos afirmaban que el “ente” poseía la cualidad de su propia verdad. Omne ens est verum, con independencia de su ser o no ser conocido.

Los racionalistas e idealistas, Descartes, Spinoza, Leibniz, Hegel, Russell y Ludwig Wittgenstein en un determinado momento, pensaron también así:​ todas las verdades, en último término, han de ser verdades de razón para Dios donde alcanzan su carácter absoluto. Bien se entienda por Dios un Ser Trascendente, o bien sea entendido en un sentido panteísta identificado con la Naturaleza o el Espíritu o la Humanidad o la Ciencia.

El empirismo puro, por el contrario, piensa que todo conocimiento es verdad de hecho relativa a la realidad “conocida” por la experiencia, y no es posible el conocimiento metafísico como en los escépticos.

En la actualidad, dada la valoración que se tiene de la posibilidad de un conocimiento metafísico de la “realidad en cuanto tal”, este concepto no suele ser tenido mucho en cuenta.

La verdad lógica como conocimiento de verdad objetiva, encuentra su máximo exponente en la verdad científica. Hoy es más propio denominarla verdad epistemológica, a fin de evitar la confusión con el sentido característico de la lógica formal.

La filosofía en la actualidad considera la verdad científica como tendencia que se dirige a un horizonte abierto de experiencia superior a la mera conciencia, en un proceso de acercamiento permanente hacia el conocimiento de lo real. Esto deja el ámbito de la verdad abierto a otros tipos de conocimientos verdaderos no sometidos estrictamente al ámbito y al método científico.

La verdad formal se entiende solo en el sentido de verdad lógica, como tautología, que no habla del mundo. La verdad material, epistemológica, por su parte, tiene un contenido cuyo referente es del mundo, en el supuesto, por otra parte, de que dicha verdad pretende tener su referente en la verdad ontológica. Dicha relación de referencia no es directa y difícilmente asequible al conocimiento a posteriori de la experiencia, pues no aparece una relación sin más evidente; tal es el esfuerzo de la investigación científica. En la conciencia no crítica o vulgar consideramos y suele mantenerse una identidad tal cual entre lo real y la realidad en tanto que conocida, pues tal distinción no es útil en la vida ordinaria.

La verdad formal se establece entre el contenido significativo de verdad de una expresión lingüística concreta (o de un discurso o de una obra completa) y la estructura de la proposición o conjunto de proposiciones en que se resuelve dicha expresión lingüística como lenguaje formalizado, analizada según un sistema o cálculo lógico.

Consideremos el contenido de verdad de la frase siguiente: “Si todos los elefantes tienen alas y todos los seres alados vuelan, entonces los elefantes vuelan”. El contenido de la frase como discurso, respecto a la verdad de su contenido significativo en el mundo, es claramente falso. Este discurso en cuanto a su contenido material, es falso. Su verdad material es falsa.

Sin embargo, en cuanto a su forma o estructura lógica, es una verdad no solo respecto a este discurso concreto sino que todo discurso que mantenga la misma forma o estructura lógica será siempre y necesariamente lógicamente verdadero. Su forma lógica hace verdadero el discurso en este sentido. Su verdad formal es verdad.

Verdad moral

Es la concordancia entre lo que se dice y manifiesta con la palabra o con la acción respecto a la creencia en lo que es verdadero. Su contrario no es lo falso o el error sino la mentira.

Su manifestación es una virtud moral, esto es: ser veraz, decir, usar o profesar siempre la verdad.

Verdad e historia

Sin duda alguna es un momento histórico el día que Aristarco de Samos concibió como verdad que la Tierra gira alrededor del Sol. Por lo mismo es un "acontecer histórico" la evolución que dicha idea como verdad ha recorrido a lo largo de los siglos hasta Copérnico y al S. XVII en que definitivamente es "aceptada" como verdad por la comunidad científica, y más tarde como "verdad social y cultural".

Asimismo, es un acontecer histórico la influencia cultural y los hechos que se han derivado de tal conocimiento tanto en el mundo de la ciencia como en el de la cultura.

No obstante, estos dos aspectos no afectan al contenido de la verdad como tal. Si desde siempre, eternamente ha sido verdad y lo sigue siendo que "la Tierra gira alrededor del Sol", tales aconteceres mundanos ​no afectan en absoluto a la verdad como tal verdad ontológica. Tales son los supuestos del "realismo".

Ahora bien, ¿podemos afirmar que esa verdad, en cuanto verdad, existía cuando dicho conocimiento verdadero no existía?​ ¿No tendríamos que afirmar que dicha verdad aparece según un momento de desarrollo histórico cultural de la racionalidad, que "hace verdadero" no solo el hecho del giro de la Tierra alrededor del Sol, sino el nuevo concepto de "cielos", "astros" "tierra" etc. y las modificaciones que introducen en el mismo concepto de hombre, conocimiento, historia? Porque dicho conocimiento, en tanto que verdadero, es un momento más del "devenir" de lo real en tanto que realidad, pues en definitiva la verdad racional no deja de ser un momento del devenir de lo real.

La historicidad de la verdad racional no consiste por lo tanto en decurso, ni temporeo ni temporal, de una actualidad, sino que consiste en un modo de constitución de la actualidad de lo real: en ser actualidad posibilitada, actualidad cumplida.

La verdad racional, como problema, en encuentro mundanal, posibilitante de posibilidades, surge como cumplimiento, puesto que es actuación en un logos, es lógica; pero al mismo tiempo, por ello mismo, la verdad racional es cumplimiento, es decir, "realización de posibilidades". Se trata de la actuación realizada por una potencia individual, sin duda alguna, pero es al mismo tiempo una actualización realizada de las cosas, puesto que dicha verdad no es algo separado del proceso en que se cumple. En este sentido la verdad es un hecho, como actuación de una "potencia" (la acción humana), al mismo tiempo que "suceso" como realización de posibilidades, que es precisamente en lo que consiste la esencia de lo histórico.

Que la verdad racional tiene historia es una trivialidad, como hemos visto antes. Es obvio que está condicionada en su devenir por las condiciones materiales y culturales de un momento histórico.

Pero parece importante subrayar otro aspecto: "ser histórico" no significa lo mismo que "ser historia", aspecto que ahora queremos destacar. La verdad racional tiene un carácter intrínseco y formalmente histórico en cuanto verdad.

Algo que para el realismo clásico resultaría absolutamente inconcebible.

Es evidente que lo real en cuanto real no tiene por qué ser histórico. Cualquier planeta descubierto o astro por descubrir en cuanto real no tiene un ser histórico en cuanto realidad.​

Pero en cuanto "actualización racional" que la constituye como verdad mundanal (y por tanto conocida) sí lo es. En definitiva, la verdad racional tiene por un lado un carácter de encuentro: es verdad lógica. Pero por otro lado tiene un carácter de cumplimiento: es verdad histórica.

Verdad y valor

La realidad histórica de la verdad racional lleva implícita una consecuencia importante: la verdad racional es la realización de un valor a posteriori. Esto evita toda complicidad con todo historicismo que pretende establecer la verdad racional "a priori" (Popper).

Si la verdad racional permanece en la historia lo es en tanto que realiza un determinado valor: ser al menos provisionalmente la actualización del conocimiento en tanto que este interpreta el "verdadear" de la realidad.

En efecto, no cabe duda de que la "Teoría de la gravedad aristotélica" hacía verdadero la "realidad mundanal" de la caída de los cuerpos. Sin duda alguna la "Teoría de la gravitación universal" de Newton hizo históricamente verdadero la misma realidad mundanal. Como ahora de hecho la "Teoría de la relatividad" hace verdadera la misma "realidad mundanal" conforme a nuevos parámetros racionales. ¿Qué razón, es decir, qué verdad racional, justifica y hace posible la sustitución de una verdad por otra en tanto que racionales? ¿Hay más de una "racionalidad" en la verdad? ¿O son diferentes "justificaciones" racionales en cada momento o situación histórica y cultural según nuevos modos de interpretarla realidad percibida en la experiencia?

A estas cuestiones no hay más alternativa que:

  • Admitir de modo "esencial" un relativismo absoluto, lo cual nos llevaría al absurdo de la carencia de justificación racional de la propia verdad.
  • Admitir un relativismo racional enmarcado por la realización de ciertos "valores racionales" o ejercicio de ciertas "virtudes doxásticas" que hagan posible construir un saber científico que nos permite construir una representación del mundo que tenga determinadas características:
    • Eficacia instrumental
    • Coherencia
    • Alcance comprensivo
    • Simplicidad funcional.

Una vez privados de la vieja idea realista de la "verdad como correspondencia" y de la idea positivista bajo cuya óptica la justificación se fija mediante "criterios" públicos, nos hemos quedado con la necesidad de considerar nuestra búsqueda de mejores concepciones de la racionalidad como una actividad intencional y humana, la cual, como cualquier actividad que se alce por encima del hábito y del mero seguimiento de la inclinación o de la obsesión, está orientada por la idea de lo bueno.