Valores cívicos y ciudadanos
Los valores cívicos y ciudadanos son aquellos valores considerados positivos para el sano desarrollo de una sociedad y que toda la ciudadanía debería conocer, preservar y poner en práctica en su vida cotidiana. Existen numerosos tipos de valores, pero los cívicos dependen de su desarrollo en una comunidad, es decir que deben ser transmitidos para que no se pierdan y para mejorar un civismo en común. De no respetarse o cultivarse, las consecuencias podrían derivar en un desorden social.
Los valores democráticos promueven nuestra convivencia como sociedad. Son características y cualidades que dirigen a nuestra sociedad para lograr que el proceso democrático se consolide y sea exitoso. Resulta indispensable fortalecer y fomentar el amor, la admiración y el respeto por los principios y valores ciudadanos: el amor y respeto por nuestra nación; el amor y respeto por aquellos que, como bien se dice, nos dieron patria; el amor y respeto por nuestra propia identidad.
Desde una perspectiva individual, las personas deben ser conscientes de sus actos y conductas. Los valores cívicos y ciudadanos se aprenden y practican inicialmente en el hogar y la escuela.
Civismo
El civismo (del latín civis, ciudadano y civitas, civitatis, ciudad) o urbanidad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir colectivamente. El civismo nace de la relación del hombre con su localidad, nación y Estado.
Un ejemplo de civismo es cómo se comporta la gente y cómo convive en sociedad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía. El uso del término civismo tuvo su origen en la Revolución francesa e inicialmente, aparece unido a la secularización de la vida que ésta supuso.
Las normas del civismo son diferentes en cada país, aunque en casi todos tienen la misma función, que es respetarse mutuamente para tener una convivencia agradable. Por ejemplo, los vecinos usan continuamente las instalaciones y los servicios de la comunidad y se ven todo el tiempo. Por eso es vital que haya una buena convivencia entre ellos (es decir, ser educados y amables, de manera que no se produzcan conflictos).
También se lo puede entender como la capacidad de saber vivir en sociedad, respetando y teniendo en consideración al resto de los individuos que la componen, siguiendo normas de conducta y de educación, que varían según la cultura del colectivo en cuestión.
Ciudadanía
Se trata de la condición que se otorga al ciudadano por ser miembro de una comunidad organizada.
La ciudadanía es la expresión de pertenencia que una persona tiene hacia una sociedad determinada en la que participa. En la tradición occidental, “el ciudadano es un conjunto de atributos legales y a la vez, un miembro de la comunidad política”, como explica Isidore Cheresky.
La ciudadanía siempre ha sido de vital importancia para un país y sus decisiones generales de desarrollo. Cuando la ciudadanía no participa en la toma de decisiones, la mayoría de las veces las acciones del Estado son erróneas, llegando incluso a afectar drásticamente a ese país, sea directa o indirectamente. Hasta hace relativamente poco, la influencia del derecho administrativo determinó el concepto de ciudadanía. Sin embargo, remontarse a modelos anteriores en los que la definición refería a un vínculo político, significa entender al ciudadano "por ser miembro de la comunidad política; el vínculo por la palabra y por la acción arrancaba a los individuos del dominio de las tareas privadas. La ciudadanía era en este sentido una actividad pública que tenía valor en sí misma y era considerada incluso como la vida buena, por oposición a la simplemente orientada a la satisfacción de necesidades”. Ser ciudadano es tener desarrollado el sentido de identidad y pertenencia en el lugar donde se interactúa socialmente, en el hábitat donde se desenvuelven los individuos con responsabilidad, derechos y obligaciones. En el Consejo Europeo se es cada vez más consciente de que términos como “ciudadano” y “ciudadanía” no son estables ni admiten una definición única. El concepto de “ciudadano” puede definirse en términos generales como “una persona que co-existe en una sociedad”. Esto no significa que la idea de ciudadano en relación con el Estado Nación ya no es pertinente o aplicable, sino que, como el Estado Nación ha dejado de ser el único centro de autoridad, ha tenido que darse una definición más general.
Este concepto más extenso de ciudadano y ciudadanía ofrece un posible nuevo modelo para analizar cómo vivimos juntos. Se trata, por lo tanto, de traspasar los límites de la noción de Estado Nación y de adoptar la noción de “comunidad”, que engloba el marco local, nacional, regional e internacional en el que viven las personas.
La ciudadanía remite a un proceso histórico, por lo tanto, siempre vamos a estar hablando de la construcción de la ciudadanía y de la reconstrucción constante de esa ciudadanía.
Ciudadanos comunes y corrientes o ciudadanos de a pie
Con estas expresiones se está haciendo referencia a cualquier ciudadano o al conjunto total de ciudadanos de un país o de una región, independientemente de sus niveles de riqueza, educativos, de sus posiciones sociales o de sus jerarquías profesionales. Se señala así a ciudadanos o a residentes que no necesariamente desempeñan tareas de responsabilidad, y que no necesariamente tienen casa propia o vehículo propio; en definitiva, se hace referencia a cualquier persona con una determinada nacionalidad o a cualquier residente dentro de un país o grupo de países.
Ciudadanía activa
La ciudadanía activa refiere a una filosofía adoptada por organizaciones e instituciones educativas, que aboga por que los miembros de las empresas, las ONGs o el Estado tengan ciertas funciones y responsabilidades con la sociedad y el medioambiente, aunque los miembros pueden no tener funciones específicas de gobierno. La Ciudadanía Activa puede considerarse como una articulación del debate sobre los derechos frente a las responsabilidades. Si un cuerpo da derechos a las personas bajo su mandato, entonces esas mismas personas podrían tener ciertas responsabilidades. Esto significa que un ciudadano activo es aquel que cumple con sus derechos y responsabilidades de una manera equilibrada.
Ciudadanía global
El ciudadano global es una persona activa, que participa y se compromete. Un actor político-cosmopolita que influye en la agenda pública en todos los niveles: local, regional y global. Los ciudadanos globales son ciudadanos formados e informados, con autonomía moral desarrollada, que miran la realidad con criterio propio y operan en redes virtuales y reflexivas, alimentan la discusión, promueven el diálogo y crean conocimiento. Son personas con un mayor grado de conciencia de sus propios actos, que adhieren a tres principios básicos: la defensa de los Derechos Humanos, la defensa del medioambiente y la convicción de que la globalización tiene que estar acompañada por un mejoramiento de las condiciones de vida del planeta.
Estos ciudadanos que se atreven a soñar futuros compartidos y que son los grandes agentes del cambio que se está gestando actualmente a nivel global, observan permanentemente a las instituciones desde una mirada vigilante y, para renovarles la licencia social que éstas necesitan para operar, les exigen el desarrollo y la práctica de una nueva agenda que implica un nuevo pacto social basado en el bienestar y la calidad de vida.
Todas estas imágenes de ciudadanos globales formarían parte de una comunidad globalizada, que comparte la responsabilidad social, la solidaridad y el sentimiento por la equidad, así como el respeto por la naturaleza y el sistema Vida en todas sus formas.
Los valores cívicos que promueve la ciudadanía global
La ciudadanía global plantea un modelo basado en la comunidad y en el individuo:
consciente de la dignidad de todas las personas y su necesario ejercicio,
consciente de su pertenencia a una comunidad local y global al mismo tiempo,
comprometido de manera activa en la consecución de un mundo más justo y sostenible,
cuyo objetivo es contribuir a erradicar la injusticia y la pobreza.
Los valores cívicos que caracterizan a la nueva ciudadanía
Los ciudadanos y ciudadanas globales:
Son conscientes de la gran amplitud y de los desafíos del mundo actual.
Se reconocen a sí mismos y a los demás como sujetos con dignidad, con obligaciones que cumplir y derechos que pueden exigirse, y con poder para conseguir cambios.
Se responsabilizan de sus actuaciones, se indignan ante las injusticias y frente a cualquier vulneración de los Derechos Humanos.
Respetan y valoran la equidad de género, la diversidad y las múltiples pertenencias identitarias de las personas y de los pueblos como fuente de enriquecimiento humano,
Se interesan por conocer, analizar críticamente y difundir el funcionamiento del mundo en lo económico, político, social, cultural, tecnológico y ambiental,
Participan y se comprometen con la comunidad en los diversos ámbitos, desde los locales a los más globales, con el fin de responder a los desafíos y lograr un mundo más equitativo y sostenible,
Contribuyen a crear una ciudadanía activa, a través de la búsqueda de la redistribución del poder, de las oportunidades y de los recursos.
Sociedad
Sociedad (del latín societas) es un concepto polisémico, que designa a un tipo particular de agrupación de individuos que se produce tanto entre los humanos (sociedad humana o sociedades humanas, en plural) como entre algunos animales (sociedades animales).
En ambos casos, la relación que se establece entre los individuos supera la manera de transmisión genética e implica cierto grado de comunicación y cooperación, que en un nivel superior (cuando se produce la persistencia y transmisión generacional de conocimientos y comportamientos por el aprendizaje) puede calificarse como “cultura”.
Sociedad humana
Por definición, las sociedades humanas son entidades poblacionales. Dentro de la población existe una relación entre los sujetos y el entorno; ambos realizan actividades en común y es esto lo que les otorga una identidad propia. De otro modo, toda sociedad puede ser entendida como una cadena de conocimientos entre varios ámbitos: económico, político, cultural, deportivo y de entretenimiento.
Aunque usados a menudo como sinónimos, cultura y sociedad son conceptos distintos: la sociedad hace referencia a la agrupación de personas, mientras que la cultura hace referencia a toda su producción y actividad, transmitida de generación en generación a lo largo de la historia, incluyendo costumbres; lenguas; creencias y religiones; arte; ciencia; comida; relaciones, etc.
La diversidad cultural existente entre las diferentes sociedades del mundo se debe a la diferenciación cultural que ha experimentado la humanidad a lo largo de la historia, principalmente debido a factores territoriales, es decir, al aislamiento e interacción entre diferentes sociedades.
Los habitantes, el entorno y los proyectos o prácticas sociales forman parte de una cultura, pero existen otros aspectos que ayudan a ampliar el concepto de sociedad. El más interesante y que ha logrado que la comunicación se desarrolle constantemente, es la nueva era de la información. Es decir, la tecnología alcanzada en los medios de producción, desde una sociedad primitiva con simple tecnología, especializada en la caza –muy pocos artefactos– hasta una sociedad moderna con tecnología compleja –muchísimos artefactos– prácticamente en todas las especialidades.
También es importante resaltar que la sociedad está conformada por las industrias culturales. Es decir, la industria es un término fundamental para mejorar el proceso de formación sociocultural de cualquier territorio. Este concepto surgió a partir de la Industrial, y de ésta se entiende que fue la etapa de producción que se fue ejecutando en la sociedad en la medida en que el hombre comenzó a producir más conocimiento y a explotarlo colectivamente.
Esfera pública
Un fenómeno conocido como la esfera pública, según el filósofo Jürgen Habermas, es un espacio entre la autoridad y la vida privada, en el cual los ciudadanos pueden reunirse informalmente, intercambiar opiniones sobre los asuntos públicos, decisiones de gobierno y proponer reformas. Sirve, además, como contrapeso al gobierno. Según Schudson, la esfera pública es un "campo de juego para la ciudadanía".
La consolidación de una esfera pública frente a otra privada en la vida de las personas, su clara diferenciación pero mutua dependencia, fue una de las principales conquistas de la civilización moderna, y se considera una precondición para el desarrollo democrático.
En su desarrollo de esta noción, Habermas sostiene que la esfera pública estaría "configurada por aquellos espacios de espontaneidad social libres tanto de las interferencias estatales como de las regulaciones del mercado y de los poderosos medios de comunicación. En estos espacios de discusión y deliberación se hace uso público de la razón; de ahí surge la opinión pública en su fase informal, así como las organizaciones cívicas y, en general, todo aquello que desde fuera cuestiona, evalúa críticamente e influye en la política. En términos normativos, puede entenderse como aquel espacio de encuentro entre sujetos libres e iguales que argumentan y razonan en un proceso discursivo abierto dirigido al mutuo entendimiento".
Más información
• Construcción de comunidad y ciudadanía
• Democracia ecológico-social planetaria
• Diálogo con las partes interesadas
• Objetivos de desarrollo sostenible - ODS
• Proceso de toma de decisiones participativo
• Subjetivos de desarrollo sostenible
Lecturas complementarias
• Imaginar un mundo mejor: la expresión pública de los activistas en Internet
• El declive del hombre público, Richard Sennet